“The Punisher” (2004) de Mark Steven Johnson no es una película para sacarte de encima, pero tampoco es un triunfo absoluto. Si buscas una reinterpretación fresca y dinámica del personaje, probablemente te decepcione. Sin embargo, la película ofrece un estudio interesante, aunque imperfecto, del trauma, la venganza y las consecuencias del conflicto bélico. La historia, centrada en el agente del FBI Frank Castle (Thomas Jane), explora el descenso de un hombre decente a un ejecutor implacable tras la brutal masacre de su familia, un evento que le impulsa a buscar justicia a través de la violencia extrema.
Thomas Jane, en el papel de Frank Castle, ofrece una actuación sólida y convincente. Captura magistralmente la evolución de un hombre que, inicialmente, se muestra como un héroe con una moralidad cuestionable, y que se transforma progresivamente en un ser consumido por el dolor y la ira. Su interpretación transmite la angustia, el sufrimiento y la desesperación que le carcomen, dando verosimilitud a la escalada de violencia. No obstante, a veces, la actuación puede parecer un poco teatral y forzada, especialmente en las escenas más emocionales, aunque esto podría ser una decisión intencionada para enfatizar la magnitud del trauma.
La dirección de Mark Steven Johnson se caracteriza por un estilo visual que recuerda a las películas de acción de los años 80, con escenas de acción exageradas y un montaje frenético. Esto, si bien puede resultar divertido para algunos, a mí me pareció una decisión estilística que distrae de la carga emocional de la historia. La película, en general, carece de la sutileza y la profundidad que se esperarían de un drama sobre el trauma y la venganza. El guion, escrito por Jonathan Lethem, es, en gran medida, plano y predecible. Se centra principalmente en la ejecución de los criminales, dejando de lado la exploración de las motivaciones de Frank Castle y las implicaciones éticas de sus actos. La trama se siente a veces como una serie de escenas de acción enlazadas, más que una historia coherente con un mensaje profundo.
Sin embargo, es importante reconocer que la película no pretende ser una obra maestra del cine de superhéroes. Más bien, es un intento de adaptar un personaje complejo y oscuro al formato cinematográfico. La banda sonora, con temas intensos y sobrecargados, contribuye a la atmósfera de tensión y violencia. Las escenas de combate, aunque exageradas, son visualmente impactantes y satisfactorias para los amantes del género. El final, a pesar de ser un tanto convencional, ofrece un cierre razonable a la historia, dejando al espectador reflexionando sobre la naturaleza de la justicia y la pérdida.
Nota: 6/10