The Rocky Horror Picture Show (1975)

“The Rocky Horror Picture Show” no es simplemente una película; es una experiencia, un ritual colectivo y una de las obras más idiosincráticas y perdurables del cine. Tras décadas de haber sido re-impresa y reinterpretada, la película de 1975 de Jim Sharman sigue funcionando con una vitalidad sorprendente, no solo gracias a su icónica banda sonora y sus extravagantes vestuarios, sino también por un guion incisivo y una dirección magistral que se aferran a la provocación y al absurdo con una audacia casi desconocida en el cine mainstream de la época.

La premisa, aparentemente sencilla, de una pareja varada en un castillo durante una tormenta, es el punto de partida para una aventura que explora temas sorprendentemente complejos. La construcción del mundo de Frank-N-Furter y sus crípticos experimentos resultan de un guion que, a primera vista, puede parecer confuso. Sin embargo, al sumergirse en la narrativa, se revela una crítica sutil a la hipocresía social, al conformismo y a la búsqueda de la perfección, todo ello envuelto en una brillante fachada de campopatrobatismo y transgresión. El diálogo es, en gran medida, inteligente, repleto de ingenio y con momentos de brillante humor negro. La dirección de Sharman juega con la cámara, el montaje y la iluminación para crear una atmósfera onírica y perturbadora, sin nunca perder el control y la maestría de la narrativa.

Las actuaciones son, en su mayoría, excepcionales. Tim Curry, en el papel de Frank-N-Furter, es simplemente inigualable. Su interpretación es teatral, exuberante y absolutamente memorables. Curry se entrega por completo al personaje, creando un villano con una carismática maldad irresistible. El resto del elenco secundario, con actores como Barry Crocker, Peter Sellick y su esposa Janet, también cumplen con creces, contribuyendo a la autenticidad y el encanto de la película. La química entre las actuaciones genera un ambiente de teatralidad y exageración que se siente natural y contribuuye al éxito de la película.

Es importante destacar que “The Rocky Horror Picture Show” no busca agradar a todo el mundo. Es deliberadamente provocadora y a menudo incómoda. La película desafía las convenciones de género, explora temas tabú y presenta una visión subversiva del amor, el sexo y la identidad. Sin embargo, esta confrontación deliberada es precisamente lo que la convierte en una experiencia tan singular y perdurable. La película se ha mantenido relevante durante décadas debido a su capacidad para provocar, inspirar y, sobre todo, para permitir que el público participe activamente en su propia interpretación.

La película, más que un simple entretenimiento, es un espejo en el que se reflejan los deseos, las inquietudes y las aspiraciones del espectador. Nota: 8.5/10