The Runaways (2010)

“The Runaways” no es solo una película sobre una banda de rock; es un retrato visceral y, a veces, brutal de la juventud rebelde, la búsqueda de la identidad y el precio de la fama en los años 70. Floria Sigismondi, conocida por su trabajo en videos musicales y su capacidad para capturar la estética de la época, entrega un biopic que va más allá de la narrativa tradicional del “éxito” musical. La película se centra en la relación entre Joan Jett (Kristen Stewart) y Cherie Currie (Dakota Fanning), dos adolescentes con el alma en el punk, que encuentran en la música un escape y una forma de alzar la voz. Pero la “banda” no es solo música, es un laboratorio de traumas, sueños rotos y ambiciones desmedidas.

Sigismondi logra recrear con una fidelidad asombrosa el ambiente del rock underground de Los Ángeles en 1975. La fotografía de James Uden es impactante, con colores vibrantes y una iluminación que enfatiza la intensidad de las emociones de las protagonistas. No se trata de una reconstrucción realista; en cambio, se establece una atmósfera densa, casi hipnótica, que transporta al espectador a los escenarios caóticos y a los camerinos plagados de humo y drogas. La banda sonora, compuesta por canciones originales de The Runaways, son un elemento clave para la experiencia cinematográfica, integrándose de forma natural en la trama.

Las actuaciones son excepcionales. Kristen Stewart, que ha mostrado en ocasiones cierta tendencia al dramatismo, aquí ofrece una interpretación particularmente sutil y convincente. Logra transmitir la vulnerabilidad de Joan, su pasión por la música y su lucha interna entre la necesidad de ser una estrella y el deseo de conservar su integridad. Dakota Fanning, en su papel como Cherie, domina la película con una entrega deslumbrante. Su Cherie es un personaje complejo, lleno de contradicciones, impulsos autodestructivos y una profunda soledad. La química entre Stewart y Fanning es palpable, lo que genera momentos de tensión y emoción genuina. El resto del reparto, incluyendo a Leigh Whannell como el manager de la banda, The Roller, aporta elementos cruciales a la dinámica de la banda y el desarrollo de la historia.

El guion, aunque no está exento de ciertas simplificaciones, logra capturar la esencia de la experiencia de The Runaways. Se profundiza en la dinámica de poder dentro de la banda, la presión de la industria musical y el impacto de las drogas y el alcohol en la vida de las jóvenes. La película se atreve a mostrar los aspectos más oscuros de la fama y el precio que se paga por la libertad de expresión. No romantiza el rock and roll, sino que lo presenta como una batalla constante entre la ilusión y la realidad, entre el deseo de alcanzar las estrellas y la desilusión. La película, en definitiva, es un retrato honesto y conmovedor de las dificultades de crecer y buscar un lugar en el mundo, a través de la música. El filme va más allá del biopic y se convierte en una reflexión sobre el paso del tiempo y el legado de la juventud rebelde.

Nota: 8/10