The Shift (2023)

“The Shift” no es una película que te deje boquiabierto desde la primera escena, pero tampoco se entrega a la banalidad. Más bien, ofrece un viaje lento y perturbador a un futuro distópico que, aunque no radicalmente innovador en sus premisas, se beneficia de una dirección visual sólida y un guion que, a pesar de sus momentos de lentitud, invita a la reflexión sobre la naturaleza del poder, la libertad y la búsqueda del amor.

La dirección de David Gordon Green es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Utiliza un colorismo sutil pero efectivo para diferenciar entre los dos mundos que habitan los protagonistas. El primer planeta, asociado al protagonista, se caracteriza por una paleta más apagada, casi monocromática, que refleja su aislamiento y desesperación. El mundo alternativo, con su excesivo verde y la omnipresencia de elementos artificiales, transmite una atmósfera opresiva y controlada. Esta diferenciación visual no es gratuita; se integra perfectamente con la narrativa, enfatizando la pérdida de autenticidad y la supresión de la individualidad.

La película se construye sobre la angustia existencial de su protagonista, interpretado con una actuación magistral por Ethan Hawke. Hawke ofrece una interpretación contenida, transmitiendo a través de miradas y gestos la fragilidad y el tormento de un hombre atrapado en una realidad que le roba la esperanza. Su personaje es vulnerable, atormentado por la pérdida de Amelia (Ruth Ware), cuya presencia, aunque ausente físicamente, es el motor que impulsa toda su acción. La relación entre Hawke y Ware, aunque solo se percibe a través de recuerdos y fragmentos, se siente real y conmovedora. Ruth Ware, en el papel de Amelia, consigue transmitir la fuerza y la determinación de una mujer que, aunque separada de su amado, sigue siendo una figura innegablemente presente en su vida.

El guion, adaptado del relato de Ted Chiang, es deliberadamente pausado y evocador. Se centra en la experiencia subjetiva del protagonista y, por tanto, la trama se desarrolla a través de diálogos a menudo ambiguos y situaciones oníricas. Si bien esta lentitud puede resultar frustrante para algunos espectadores, permite una inmersión profunda en la mente del protagonista y en la sensación de extrañamiento que produce la realidad alternativa. La película no ofrece respuestas fáciles ni soluciones claras; más bien, plantea preguntas sobre la libertad individual, la moralidad y el precio del amor. El final, deliberadamente abierto, deja al espectador con una sensación de inquietud y la certeza de que el verdadero combate ha comenzado dentro de la mente del protagonista. Aunque la trama es relativamente sencilla, la película se beneficia de una construcción narrativa que prioriza la atmósfera y el simbolismo por encima de la acción explícita.

En definitiva, “The Shift” es una película que exige paciencia y sensibilidad. No es un espectáculo cinematográfico, sino una experiencia introspectiva que nos recuerda la fragilidad de nuestra propia realidad y la importancia de aferrarnos a aquello que nos hace sentir verdaderamente vivos.

Nota: 7/10