La trama (1997)

“La Trama” no es, para nada, una obra maestra de suspense psicológico en el sentido tradicional. Es, en cambio, una experiencia tensa, casi claustrofóbica, que se disfruta más por su atmósfera inquietante y su sutil construcción que por un desarrollo argumental explosivo. La película, dirigida por Robert Miller, logra una cualidad de realismo brutal, presentando una historia de ambición, traición y paranoia que se entrelaza alrededor de la figura de Joe Ross, interpretado de forma magistral por Ben Foster. Foster, como siempre, ofrece una actuación que no requiere grandes gestos, sino que se basa en la precisión de la mirada, en la gradual desintegración de la confianza del personaje y en la creciente sensación de que uno no puede confiar en nadie.

El guion, coescrito por Miller y Ethan Blackwood, se centra en la lenta erosión de la cordura de Joe. No se trata de un thriller de persecución constante, sino de una lenta, implacable manipulación. La narrativa se construye a través de flashbacks fragmentados y de conversaciones cargadas de doble sentido, lo que obliga al espectador a cuestionar constantemente la realidad que se presenta. Este enfoque no es fácil, y requiere paciencia y atención, pero a cambio ofrece una experiencia mucho más rica y satisfactora. El ritmo es deliberadamente pausado, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente, llegando a ser casi palpable en la última hora de la película. Es un juego de la mente que, aunque no ofrece soluciones claras, nos deja reflexionando sobre la naturaleza de la ambición y las consecuencias de la búsqueda del poder.

La dirección de Miller es precisa y efectiva. Utiliza la iluminación, el sonido y la composición de los planos para crear una atmósfera de paranoia constante. Los espacios cerrados, como el despacho de Joe o su casa, funcionan como símbolos de su encierro mental. El uso de la cámara a menudo es subjetivo, colocando al espectador en la posición de Joe, experimentando su creciente desconfianza. La banda sonora, minimalista pero inquietante, contribuye a reforzar esta sensación. Sin embargo, la película no cae en el melodrama o en la exageración. Se mantiene en un tono realista y lo más parecido posible a la verdad. La producción ejecutiva es impecable, con un diseño de producción que refleja la perfección técnica de Joe y la creciente decadencia de su mundo interno.

A pesar de su calidad técnica y de las sólidas actuaciones, “La Trama” no es perfecta. Algunos espectadores podrían encontrar el ritmo excesivamente lento, y el final, aunque intrigante, deja algunas preguntas sin respuesta. No obstante, es una película que se queda en la memoria mucho después de que terminan los créditos, invitándonos a reflexionar sobre la fragilidad de la confianza y las oscuras intenciones que se pueden esconder detrás de la fachada del éxito.

Nota: 7/10