“The Square” (2017), de las Hermanas Lundqvist, no es una película para quienes buscan entretenimiento fácil o soluciones cómodas. Es, en cambio, una obra maestra del suspense psicológico, una disección implacable de la moralidad, la corrupción y la incomunicación en la sociedad contemporánea. La película, que ganó el Gran Premio en el Festival de Cannes, se presenta como un thriller criminal, pero rápidamente se revela mucho más que una simple historia de robo; se convierte en una crítica social mordaz que se infiltra en cada fotograma.
La dirección es magistral. Las Hermanas Lundqvist mantienen un control absoluto del ritmo, creando una atmósfera tensa y claustrofóbica desde los primeros minutos. Evitan el espectáculo, centrándose en la sutileza y la observación. La cámara, a menudo alejada y observadora, se convierte en un testigo silencioso de las decisiones y los errores de los personajes. El uso de la luz y la oscuridad, la fotografía en blanco y negro, acentúan la sensación de incomodidad y la desconfianza que impregna la película. Este estilo visual es fundamental para transmitir la desconexión emocional y la incomunicación entre los personajes, un tema central de la narrativa.
El guion, adaptado de la novela homónima de Karl Ove Knausgård, es una joya. La película no ofrece explicaciones fáciles; en lugar de ello, presenta una serie de situaciones ambiguas y desafíos morales que obligan al espectador a cuestionar sus propias convicciones. Los diálogos son concisos y efectivos, revelando mucho más de lo que se dice. La historia se desarrolla a través de pequeños detalles, de miradas furtivas y de silencios incómodos. La película explora la vacuidad de la vida burguesa, la superficialidad de las relaciones sociales y la facilidad con la que las personas pueden caer en la corrupción, incluso sin una justificación clara.
Las actuaciones son sobresalientes. Gabriel Byrne, como Raymond, ofrece una interpretación impecable de un hombre atrapado en una existencia insatisfactoria, luchando por encontrar un significado en un matrimonio sin amor y un trabajo sin propósito. Joivan Frédéric como Billy, el pirómano, aporta una energía inquietante y un retrato de un individuo marginado y perturbado por su propia violencia. Hannes Jaakola, como el marido de Carla, se muestra como un personaje ambiguo y profundamente perturbador. Sin embargo, es el juego de miradas y los silencios compartidos entre Byrne y Jaakola lo que realmente define la relación entre ambos personajes, creando una tensión palpable y una sensación de que algo terrible está a punto de ocurrir.
“The Square” no es una película para ver y olvidar. Requiere atención, reflexión y una cierta disposición a enfrentarse a preguntas incómodas sobre la naturaleza humana y la sociedad. Es un filme que se queda contigo mucho después de que terminan los créditos, invitándote a cuestionar tus propias decisiones y valores. No es un thriller convencional, sino una experiencia cinematográfica intensa y memorable.
Nota: 8.5/10