The Stone Angel (2007)

“The Stone Angel” no es una película que te consuela, al menos no de la manera tradicional. Es una experiencia visceral, casi dolorosa, que te arrastra a la mente tormentosa de Hagar Shipley, un personaje construido con una fragilidad brutal por Ellen Burstyn. La película, dirigida con una honestidad desarmante por Dez Norton, se aferra a la oscuridad del alma humana y a la búsqueda desesperada de redención en los últimos capítulos de una vida que ha sido, sin duda, profundamente difícil. No es una obra fácil de ver, pero su intensidad y su capacidad para evocar la complejidad de las emociones humanas son, en última instancia, lo que la convierte en una película memorable.

El núcleo de la película reside en la interpretación de Ellen Burstyn. Ella no interpreta; *es* a Hagar. Captura la amargura, el resentimiento, el miedo y, en ocasiones, un atisbo de esperanza que laten bajo la superficie de esta mujer anciana, marcada por décadas de decisiones erradas y un pasado que la persigue. Su actuación es particularmente poderosa en las escenas donde Hagar revuelve sus recuerdos, a menudo con una mezcla de ira y dolor que es palpable. Cole Hauser y Kevin Zegers, aunque tienen roles secundarios, aportan la necesaria dinámica familiar al personaje de Hagar, creando un contraste interesante con la naturaleza aislada y combativa de la protagonista.

El guion, adaptado de la novela homónima de Helga Zhang, evita soluciones fáciles y clichés. La película no ofrece respuestas prefabricadas a las preguntas que plantea sobre el arrepentimiento, el perdón y el significado de la vida. En lugar de eso, se centra en el *proceso* de la confrontación con el pasado. Las escenas de flashback son magistrales, no por su espectacularidad, sino por la forma en que revelan gradualmente los eventos que han moldeado a Hagar. La película abraza el silencio, la incomodidad y la ambigüedad, lo que le otorga una profundidad psicológica considerable. La dirección visual es sutil, con una fotografía que utiliza la luz y la sombra para reflejar el estado emocional de Hagar. No hay grandilocuencia; la belleza reside en los detalles, en la forma en que se transmite la soledad y el aislamiento.

Sin embargo, la película no está exenta de algunas fallas. A veces, el ritmo puede sentirse pausado hasta el punto de volverse un poco lento, y algunos diálogos, aunque crudos, podrían haber sido más efectivos. No obstante, estos pequeños inconvenientes palidecen ante el poder de la actuación de Burstyn y la honestidad brutal de la historia. "The Stone Angel" es una película que exige atención, que te obliga a conectar con el dolor de Hagar y a confrontar tus propias heridas. Es una experiencia perturbadora, pero también profundamente humana y, en última instancia, profundamente conmovedora.

Nota: 8/10