“The Unbreakable Boy” no es una película que te dejará con la emoción estridente de un drama explosivo. Es, sin embargo, una obra cinematográfica que se instala en el alma y se queda, como el amor incondicional que muestra, con una persistencia casi dolorosa. La película, adaptada de la historia real de Austin LeRette, se centra en la familia LeRette y su viaje para aceptar y apoyar a su hijo autista, Austin, que padece la rara y devastadora enfermedad de los huesos de cristal. Y es precisamente esa búsqueda de la aceptación y el entendimiento lo que eleva a “The Unbreakable Boy” por encima de las convenciones del género familiar.
La dirección de Robert Wiebe es sutil pero efectiva. No se inclina por los clichés del melodrama. Se permite que la historia fluya de forma natural, priorizando la observación y la intimidad familiar. La cámara no interviene constantemente; en su lugar, se concentra en los pequeños momentos, en las miradas, en las pequeñas gestos que revelan la creciente conexión entre Austin y sus padres. Este enfoque realista, lejos de sentirse impersonal, genera una atmósfera de autenticidad que es fundamental para la recepción de la película. Observamos, por tanto, el proceso de aprendizaje tanto de Austin como de Scott y Teresa, y la dificultad de ver al niño como algo diferente a lo que uno esperaba.
Las actuaciones son sobresalientes. Daniel Booker, como Austin, ofrece una interpretación conmovedora y especialmente matizada. Evita cualquier tipo de caricaturización del personaje autista, presentando a un niño con una profunda inteligencia, una sensibilidad particular y una visión del mundo diferente. Su mirada, a menudo silenciosa pero penetrante, transmite una complejidad emocional que desafía las expectativas. La química entre Booker y el resto del elenco es palpable, generando un ambiente familiar creíble y lleno de amor. Scott y Teresa, interpretados por Spencer LoMonaco y Kathryn Jo Hall, no son idealizados padres; son personas imperfectas, con dudas y miedos. Su evolución a lo largo de la película es el corazón de la narrativa.
El guion, adaptado de un libro escrito por Scott LeRette, es donde reside la verdadera fuerza de la película. La historia no se centra en la enfermedad en sí, sino en la relación entre Austin y sus padres. Se exploran las dificultades de comunicarse, los desafíos de comprender una perspectiva diferente y la importancia de la paciencia y el apoyo incondicional. La película evita simplificaciones y ofrece una visión realista de los retos que enfrentan las familias con niños autistas. La guionista, Sarah Polley, ha logrado capturar la esencia del amor paterno y materno, y ha presentado una historia conmovedora y esperanzadora sobre la aceptación y la superación. El guion logra transmitir una profunda gratitud por la vida y la fuerza que reside en las conexiones humanas.
“The Unbreakable Boy” no es una película fácil de ver, pero es una película necesaria. No busca ofrecer soluciones fáciles ni conclusiones grandilocuentes. Más bien, nos invita a reflexionar sobre la aceptación, el amor y la importancia de valorar las diferencias. Es un recordatorio de que la verdadera fortaleza reside en la capacidad de aprender, adaptarse y amar a pesar de las dificultades. Es una película que permanece contigo mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.
Nota: 8/10