The Walking Dead (1995)

“The Walking Dead” (1971), dirigida por Sam Peckinpah, no es una película fácil de ver, ni tampoco una que se deje consumir con gusto. Se trata de una experiencia visceral y, a menudo, perturbadora, que se aferra a la memoria del espectador mucho después de que los créditos finales hayan corrido. La película se distancia drásticamente de la estética de acción hollywoodense, optando por un realismo brutal y una atmósfera de desesperación incesante que definen la lucha por la supervivencia de cinco marines en el infierno de la selva vietnamita. La película no busca glorificar la guerra, sino, más bien, exponer su horror deshumanizante.

Peckinpah, conocido por su violencia estilizada, aquí despliega una violencia mucho más cruda y realista, deliberadamente desagradable. No hay explosiones grandilocuentes ni tiroteos espectaculares. La violencia se presenta como un fluir natural, un ciclo de ataque y defensa, donde la muerte es un resultado inevitable de la supervivencia. La dirección es magistral en su economía visual; la cámara se mantiene a menudo cerca de los personajes, transmitiendo la angustia, el miedo y la desesperación. El uso del color, principalmente el verde y el marrón de la jungla, contribuye a la sensación de claustrofobia y amenaza constante. La banda sonora, minimalista y amenazante, se convierte en un personaje más, subrayando el terror implícito en cada escena.

Las actuaciones son excepcionales. Lee Patterson como el sargento, un hombre roto por la guerra, ofrece una interpretación increíblemente convincente, con una mirada que sugiere el peso de incontables muertes. Jeff Bridges, como el joven y idealista marine, evoluciona a lo largo de la película, confrontando la brutalidad de la guerra y perdiendo su inocencia. El resto del elenco contribuye a la sensación de caos y desesperación, con actuaciones que se adecúan a la extrema tensión de la situación. La química entre los personajes se percibe, y es en esa camaradería que se encuentra la fuerza para seguir luchando.

El guion, escrito por Peckinpah y Walon Green, es lo que realmente distingue a la película. Evita las clichés del género bélico y se centra en la deshumanización de los personajes, mostrando cómo la guerra los transforma en máquinas de matar. La película explora temas complejos como el trauma, la pérdida de la moral y la fragilidad de la condición humana. No intenta ofrecer respuestas fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza de la guerra y el precio que se paga por la supervivencia. La película consigue, a través de sus personajes y sus acciones, desmitificar la idea del héroe, mostrando a hombres comunes, asustados y desesperados.

En definitiva, “The Walking Dead” es una experiencia cinematográfica intensa y perturbadora que exige una lectura crítica y reflexiva. No es una película para todos, pero para aquellos que se atreven a enfrentarse a su crudeza, ofrece una visión profunda y devastadora de la guerra y sus consecuencias.

Nota: 8/10