The Wayward Bus (1957)

“The Wayward Bus” es una película que, a pesar de su aparente sencillez y su ambientación en el cruce de caminos de los años 60, resulta ser una pequeña joya de comedia negra con matices sorprendentemente complejos. Dirigida con un pulso ágil por James Fargo, la película se adentra en un territorio donde el deseo, la decepción y la soledad se entrelazan con una hilaridad contundente y una melancólica reflexión sobre las vidas que pasan desapercibidas.

Joan Collins, en el papel de Alice Chicoy, ofrece una actuación memorable. Su Alice es una mujer consumida por la frustración y un licor excesivo. La Collins, conocida por su glamour, aquí nos presenta una Alice real, vulnerable y con una chispa de rebeldía que la distingue de la imagen pública que ha cultivado a lo largo de su carrera. Su química con Dan Dailey, interpretando al vendedor ambulante Ernest Horton, es notable. Dailey, con su habitual encanto, aporta un toque de humor a la historia, pero también revela, a través de su personaje, una profunda soledad y un anhelo por algo más allá de sus transacciones diarias.

La película no se limita a una simple comedia. La dirección de Fargo teje gradualmente una red de personajes marginales, cada uno con sus propios deseos y problemas. Camille Oakes, interpretada con astucia por Jayne Mansfield, es un personaje particularmente interesante. Mansfield captura a la perfección la imagen de una mujer buscando su lugar en el mundo, pero también la fragilidad inherente a su profesión. Su relación con Ernest Horton es un ejemplo brillante de cómo la película explora las conexiones fugaces que se forman en los espacios de transición.

El guion, aunque no pretende revolucionar el género, es sólido y bien estructurado. La trama se desarrolla de forma natural, permitiendo que los personajes se revelen progresivamente. La película no rehúye de la crítica social al retratar la precariedad económica de la época y la marginalización de ciertos individuos. Sin embargo, lo hace con un equilibrio que evita caer en la pedantería. El humor no es gratuito; está ligado a la desesperación y a la necesidad de escapar de las circunstancias. La película se beneficia de una banda sonora evocadora y de un uso de la fotografía que transporta al espectador a la atmósfera de los años 60, intensificando la sensación de nostalgia y melancolía.

“The Wayward Bus” es, en definitiva, una película sorprendente y con matices. Una comedia negra con un toque de romanticismo y una mirada crítica a la sociedad de la época. Es una joya de James Fargo que merece ser descubierta y apreciada por su originalidad y su capacidad para evocar emociones. Una película que, a pesar de su sencillez, deja una huella duradera en el espectador.

Nota: 7/10