The Witch: Part 2. The Other One (2022)

“The Witch: Part 2. The Other One” no es una secuela que vaya a hacer que se recreen los fans de la primera entrega, ni tampoco un espectáculo de terror puramente visceral. Es, en cambio, una pieza de atmósfera y de construcción de suspense psicológico que, a pesar de sus limitaciones, logra una experiencia perturbadora y, en algunos momentos, hasta inquietante. Robert Eggers ha optado por una propuesta más introspectiva que gore, dejando la violencia en un segundo plano para centrarse en la sensación de aislamiento, la paranoia y la desconfianza. Esta elección es audaz, y aunque no sea para todos los gustos, es un claro ejemplo de la evolución de la visión de Eggers como director.

El guion, escrito en gran parte por Ellie Ruppert y Michael Sperling, se aferra a un ritmo deliberadamente pausado, dejando espacio para que la tensión crezca gradualmente. La premisa –una joven que despierta en un lugar desconocido y la búsqueda de su identidad y protección– es una base sólida, pero lo que realmente eleva la historia es la forma en que se desarrolla. La narración, presentada casi exclusivamente a través de flashbacks y la perspectiva de la protagonista, da una sensación de inmediatez, como si el espectador estuviera presenciando la experiencia de la joven en tiempo real. Sin embargo, hay momentos en los que la historia se siente un poco desorientadora, y la falta de contexto explícito puede frustrar a algunos espectadores que buscan respuestas claras. La ambigüedad deliberada, aunque efectiva para crear una atmósfera opresiva, podría considerarse un punto débil en términos de narrativa convencional.

El trabajo visual es, como siempre en Eggers, impecable. La estética, con su paleta de colores apagados, la arquitectura minimalista del laboratorio y la atención al detalle en la vestimenta y los objetos, contribuye a la sensación de alienación y aislamiento. El uso de lentes antiguos y la iluminación natural crean una atmósfera desoladora y creíble. La dirección de fotografía de Danny Lemmer es brillante, y el diseño de producción es esencial para la construcción del mundo de la película. La película no se basa en sustos repentinos; en cambio, logra generar un sentimiento constante de inquietud, utilizando la música, el sonido y la composición de planos para crear una experiencia auditiva y visualmente impactante.

La actuación de Anya Taylor-Joy como la protagonista es, sin duda, el corazón de la película. Su interpretación es sutil y matizada, transmitiendo la confusión, el miedo y la creciente determinación de la joven. Logra comunicar una profunda sensación de vulnerabilidad mientras al mismo tiempo demuestra una resistencia silenciosa. El resto del elenco secundario, aunque con menos desarrollo, aportan un peso narrativo importante, especialmente la actriz que interpreta al personaje en busca de su hogar, dotando a su personaje de una admirable fuerza y determinación. La química entre Taylor-Joy y sus compañeros de reparto es palpable, lo que refuerza la sensación de comunidad y vulnerabilidad.

En definitiva, "The Witch: Part 2. The Other One" es una película que no busca complacer a todos. Es una experiencia contemplativa y perturbadora que exige paciencia y una mente abierta. Si bien no es la película de terror más emocionante, su atmósfera, la actuación de Taylor-Joy y la dirección cuidada de Eggers la convierten en una obra interesante y memorable. Es una película que te queda grabada en la mente mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 7/10