La mujer de las sombras (2025)

“La mujer de las sombras” es una película que se instala bajo la piel y no la abandona fácilmente. No se trata de un thriller convencional, con giros argumentales espectaculares o persecuciones vertiginosas. En cambio, se centra en la atmósfera, en la inquietud constante y en la gradual erosión de la paz mental de sus personajes. La dirección de David Moreau logra crear una sensación de claustrofobia, incluso en un entorno rural aparentemente tranquilo. El uso de la luz y la sombra, tanto en la imagen como en la banda sonora, es magistral, contribuyendo a la sensación de que algo invisible pero poderoso está presente, observando a cada paso.

El film se centra en la familia Moreau, atormentada por las apariciones de esta enigmática figura. Su hija, Anna, es la que parece más receptiva a las manifestaciones, experimentando visiones y sueños que la acercan a una verdad perturbadora. La actuación de la joven Margot Ledroit es sobresaliente; logra transmitir la vulnerabilidad y la creciente locura de Anna con una sutileza convincente. Sin embargo, la película se beneficia enormemente de las interpretaciones de los padres, Paul y Isabelle, interpretados por Vincent Lindon y Sandrine Büller, quienes ofrecen representaciones sutiles y creíbles de personajes a la vez desorientados y desesperados por comprender lo que les ocurre. Su lento descenso a la paranoia es uno de los puntos fuertes de la película.

El guion, escrito por Mathieu Picard, no se basa en el terror psicológico puro, sino en un ejercicio de suspense lento y metódico. Se construye gradualmente la sospecha, mostrando los pequeños detalles, los silencios incómodos y las pequeñas inconsistencias que hacen que la realidad de la familia se desmorone. No hay explicaciones definitivas, y la ambigüedad es, en este caso, una de las mayores virtudes de la película. Deja al espectador con más preguntas que respuestas, fomentando la reflexión y la discusión posterior. La película explora temas de culpa, memoria, y las consecuencias del pasado, sugiriendo que los secretos pueden perseguirnos incluso después de haber sido enterrados.

A pesar de la atmósfera opresiva, “La mujer de las sombras” no cae en clichés. Se evita el sensacionalismo, manteniendo una base realista, aunque la propia historia sea extraordinaria. La película se beneficia de una fotografía impecable que acentúa la belleza agreste del paisaje rural, creando un contraste inquietante con la atmósfera de horror psicológico. La banda sonora, minimalista y sugerente, refuerza la sensación de inquietud y presagio. Es una película que recompensa la atención y la contemplación, pero que también puede resultar perturbadora para aquellos sensibles a los temas que aborda. No es una película fácil, ni agradable, pero sí profundamente inquietante y memorable.

Nota: 7.5/10