Thomas y sus amigos: viaje más allá de Sodor (2017)

“Thomas y sus amigos: viaje más allá de Sodor” no es precisamente una obra maestra que transforme radicalmente la franquicia, pero sí representa una expansión interesante y, para muchos, un necesario cambio de rumbo. La película, claramente dirigida a un público infantil muy joven, se aleja del guion tradicional de “aviones y trenes salvando el día” que caracterizó muchas entregas anteriores y se adentra en una trama que, aunque sencilla, ofrece un elemento de novedad: la experiencia de viajar al continente. La premisa, de veras ambiciosa para la franquicia, es la de mostrar a Thomas y su tripulación enfrentando situaciones nuevas y desafíos que no se limitan a la isla de Sodor.

La dirección de Gareth Snell logra un tono visualmente atractivo, empleando colores vibrantes y planos que evocan el ambiente de una aventura. Suele ser un director de animación competente y aquí no es la excepción. Se aprecia un esfuerzo por diferenciar el paisaje de Sodor del entorno continental, aunque con un resultado que, en algunos momentos, resulta un poco plano y genérico. La banda sonora, aunque predecible, complementa la acción con melodías pegadizas y apropiadas para la edad del público objetivo. Sin embargo, la película peca de excesiva dependencia de clichés visuales del género de aventuras, a veces llegando a la repetición, lo que disminuye el impacto de algunas secuencias.

Las actuaciones de los personajes, por supuesto, son la clave del éxito de la franquicia, y “Viaje más allá de Sodor” no defrauda en este aspecto. La voz de Edward, en particular, está muy bien interpretada, aportando un toque de vulnerabilidad y dudas que contrastan con la usual bravura de los protagonistas. Henry también se beneficia de un guion que le permite mostrar más de su personalidad, aunque su papel principal en la trama sea ligeramente limitado. Thomas, como siempre, es el corazón de la película, y su crecimiento personal, aunque sutil, es uno de los puntos fuertes de la historia. La introducción de nuevos personajes, como la locomotora francesa, aporta dinamismo al grupo, aunque su desarrollo queda algo superficial.

El guion, sin embargo, es donde la película más notablemente se queda corta. La trama principal es predecible y carente de profundidad. Los obstáculos que Thomas y sus amigos deben superar son lo suficientemente sencillos como para no requerir un gran esfuerzo de imaginación, y la resolución de la mayoría de los problemas se produce de forma demasiado fácil. Aunque se intenta introducir elementos de “cambio” a través de las relaciones interpersonales, la narrativa principal permanece centrada en la resolución de problemas prácticos, un enfoque que, aunque familiar y cómodo, no impulsa la película a alcanzar un nivel superior. Se podría haber explorado más la dinámica de la amistad, las dificultades de adaptación a un nuevo entorno o el impacto de la experiencia en la autoestima de los protagonistas. En definitiva, la película se contenta con ofrecer una aventura sin grandes pretensiones narrativas.

Nota: 6/10