Thor (2011)

“Thor” (2011) de Kenneth Branagh no fue la revolución que muchos esperaban del personaje del dios del trueno, pero sí se consolidó como un punto de inflexión en la etapa moderna del MCU. Branagh, inicialmente visto con cierta duda, logró construir una película que, aunque conserva elementos del tono más ligero de las entregas anteriores, se distingue por su enfoque más dramático y un tratamiento más serio del personaje de Thor, lejos de la figura ridícula de los cómics.

La película se centra en la desdicha de Thor, un guerrero arrogante y empedernido, cuyo desprecio por los mortales y su codicia lo llevan a provocar una guerra contra el reino de Jotunheim. La castigación de Odín, enviándolo a la Tierra como humano, es un catalizador crucial. El viaje de Thor a la Tierra, donde conoce a Jane Foster, se convierte en el núcleo de la narrativa. Branagh logra transmitir la frustración y la incomodidad del personaje al enfrentarse a la moralidad y la vulnerabilidad de la humanidad, y su evolución desde la soberbia hasta la humildad es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película.

Las actuaciones son sólidas. Chris Hemsworth, interpretando a Thor, ofrece una actuación más contenida y reflexiva que en entregas anteriores, logrando una mezcla interesante entre la fuerza física del dios y su lucha interna. Natalie Portman, como Jane Foster, aporta una madurez y una determinación que complementan a la perfección el arco de Thor. Tom Hiddleston, como Loki, mantiene su encanto maligno y, aunque su papel es limitado, su presencia siempre genera expectación.

El guion, en general, es sólido, aunque presenta algunas zonas planas. La trama, si bien es comprensible, carece de la originalidad que se podría haber esperado de un universo cinematográfico con tanta amplitud. Sin embargo, Branagh logra construir un buen ritmo, alternando momentos de acción trepidante con escenas más íntimas que exploran la relación entre Thor y Jane. La incorporación de elementos mitológicos, aunque algunos puedan parecer forzados, aporta un trasfondo interesante y refuerza la construcción del mundo de Asgard. La batalla final, aunque larga, es visualmente impactante y ofrece una resolución satisfactoria, aunque predecible.

En definitiva, “Thor” es una película que, a pesar de sus defectos, logra reinventar el personaje y sentar las bases para una etapa más oscura y compleja en su trayectoria dentro del MCU. No es una obra maestra, pero sí una película entretenida, visualmente atractiva y que merece la pena ver para aquellos que se sientan curiosos por explorar el universo cinematográfico de Marvel desde una perspectiva diferente. Se trata de una película que ha trascendido su primera impresión para convertirse en un pilar fundamental de la franquicia.

Nota: 7/10