Thor: el mundo oscuro (2013)

“Thor: El Mundo Oscuro” se presenta como un intento audaz de sacudir a la franquicia Marvel, alejándose del humor desenfadado que caracterizó a las primeras entregas y adentrándose en un relato de acción grandioso y, para ser honesto, un tanto oscuro. La película no se trata de una comedia de héroes, sino de una lucha desesperada por la supervivencia, un conflicto cósmico que supera con creces cualquier disputa entre dioses o reyes. Y en ese sentido, logra ciertos momentos de tensión y espectacularidad que, aunque no son innovadores, sí que merecen ser apreciados.

La dirección de Alan Taylor, reemplazante de los Taiki Waititi, marca una diferencia palpable en el tono general. Se aprecia un mayor énfasis en la atmósfera sombría, con escenarios grandiosos y contrastes visuales que intensifican la sensación de peligro inminente. Los efectos visuales, por supuesto, son de primera categoría, con batallas espaciales impresionantes y la creación de Malekith, un antagonista imponente y amenazante, cuya presencia domina el protagonismo visual. Sin embargo, esta oscuridad también se traduce en una película que, en ocasiones, sacrifica el ritmo, permitiéndose pausas largas y escenas de acción extendidas que, si bien son impactantes, pueden resultar un tanto redundantes.

La actuación de Chris Hemsworth como Thor es, para ser franco, la parte más débil de la película. Si bien Hemsworth continúa mostrando su carisma habitual, su personaje parece menos arrojado y más apático que en entregas anteriores. Su evolución emocional, prometida por el guion, no se materializa plenamente, y su relación con Jane Foster (Natalie Portman) se siente forzada y carente de la química que podríamos haber esperado. Portman, en cambio, ofrece una interpretación más sólida, aportando un matiz de vulnerabilidad y determinación a su personaje. El resto del elenco, compuesto por actores de relieve como Anthony Hopkins, Rebecca Hollington y Karl Urban, contribuye con intensidad a la narrativa, aunque sus papeles, en general, son relativamente menores.

El guion, bajo la pluma de los hermanos Hemsworth (aunque no se les atribuye la autoría directa), es donde reside el mayor problema de la película. Si bien la premisa de un villano ancestral que amenaza con sumir al universo en la oscuridad es atractiva, la ejecución es predecible y, en ocasiones, torpe. El diálogo es a menudo forzado y la trama se complica innecesariamente, con giros argumentales que no llegan a sentirse orgánicos. La resolución del conflicto, aunque visualmente impactante, carece de la resonancia emocional que podría haber elevado la película a un nivel superior. Se intenta explorar temas profundos como el sacrificio y la esperanza, pero estos se traducen en escenas superficiales y poco desarrolladas.

A pesar de sus defectos, “Thor: El Mundo Oscuro” es una entrega de la franquicia Marvel que se distingue por su ambición y su espectacularidad visual. Si bien no es su mejor trabajo, ofrece un espectáculo visualmente impresionante y una batalla épica que promete atraer a los amantes del cine de superhéroes. Pero, en última instancia, es una experiencia cinematográfica más visual que emocional.

Nota: 6/10