Absolución (2024)

“Absolución” no es un thriller criminal grandilocuente, ni una reivindicación moral particularmente original, pero sí es una película que consigue un efecto inquietante y, en cierto modo, perturbador. Liam Neeson, un actor que ha experimentado altibajos importantes en su carrera, se reinventa aquí como un hombre consumido por la culpa y el miedo, enfrentándose a una verdad que, una vez descubierta, lo arrastra a un abismo sin retorno. La premisa, aunque no del todo nueva, se ejecuta con una meticulosa lentitud que permite construir una atmósfera de tensión palpable, incluso en las escenas que aparentemente no tienen nada de dramático.

La dirección de Peter Landesberg es precisa y, a menudo, sombría. Se aleja de los bombazos y las explosiones habituales del género, optando por un estilo visual más realista y, por ello, menos espectacular. La fotografía, cuidada hasta el más mínimo detalle, juega un papel crucial en la creación del ambiente: los tonos grises, las luces crepusculares y los espacios claustrofóbicos reflejan el estado mental del protagonista, un hombre atrapado en una red de secretos y mentiras. No es una película fácil de ver; la lentitud, a veces, puede resultar frustrante, pero es precisamente esa deliberada lentitud la que contribuye a la sensación de inminente desastre. Landesberg sabe que la fuerza de una película criminal no reside en el ruido, sino en el susurro del peligro.

La actuación de Neeson es, sin duda, el pilar principal de “Absolución”. El actor, que suele estar asociado a roles de acción, ofrece una interpretación soberbia, transmitiendo la desesperación y el arrepentimiento de un hombre que ha pasado la mayor parte de su vida haciendo lo que debía para proteger a su familia, pero que, a su vez, ha destruido la suya. Su cara, marcada por el cansancio y el horror, es un retrato magistral de la condena y la pérdida. A su lado, Michael Shannon ofrece una interpretación igualmente convincente como el antagonista, un hombre frío, calculador y absolutamente despiadado. Shannon no busca la grandilocuencia, sino que se enfoca en la sutileza, logrando un personaje que resulta ser mucho más amenazante por su silencio y su mirada. El resto del reparto, aunque menos destacado, cumple su función con profesionalidad.

El guion, adaptado de un libro de Joseph O’ Connell, es quizás el aspecto más controvertido de la película. Si bien la premisa es interesante y el desarrollo de la trama es lógico, el ritmo, en ocasiones, se vuelve excesivamente pausado y la exploración de los personajes secundarios es superficial. A pesar de esto, la película se centra en la crisis existencial del protagonista y su lucha interna, lo que le permite mantener el interés del espectador. El final, aunque abrupto y quizás no del todo satisfactorio, es coherente con la línea argumental y deja una sensación de inquietud persistente. “Absolución” no pretende ofrecer soluciones ni moralizar, simplemente plantea la pregunta de hasta qué punto podemos redimirnos de nuestros errores y si, una vez que hemos cruzado un umbral, podemos volver atrás.

Nota: 7/10