Tiburón 3D: La presa (2011)

“Tiburón 3D: La Presa” es un ejercicio de nostalgia descarada y una advertencia sobre los peligros de la sobreexposición en el cine de terror. La película intenta, con valentía, volver a las raíces del clásico de Spielberg, pero se queda atrapada en un remolino de efectos visuales baratos y una narrativa que se siente, fundamentalmente, prefabricada. El concepto, una excursión de estudiantes universitarios a un lago de Louisiana que se convierte en una emboscada de tiburones, suena prometedor, pero la ejecución es, en su mayoría, decepcionante.

La dirección de Mark Benjamin es oportunista, buscando el impacto visual en cada escena. El 3D, aunque técnicamente competente, no aporta nada de nueva a la experiencia, y en algunos momentos se siente como una distracción innecesaria. El director se centra en el horror visceral, en las escenas de sangre y en la persecución del tiburón, pero carece de la sutileza y el suspense que caracterizaron a la primera entrega. Hay una falta de ritmo, como si la película se apresurara en mostrar la acción sin dar espacio para construir la tensión. Las secuencias de persecución son espectaculares en su ejecución, pero se repiten con demasiada frecuencia, perdiendo su impacto.

Las actuaciones son, en general, correctas, aunque no especialmente memorables. Christopher Lloyd aporta su habitual humor, pero su papel está demasiado relegado a la caricatura. Los jóvenes protagonistas, en su mayoría desconocidos, intentan transmitir un entusiasmo juvenil, pero sus diálogos son poco convincentes y sus motivaciones, a menudo, son poco claras. Ninguno de ellos consigue, realmente, conectar con el espectador a un nivel emocional.

El guion, escrito por Kevin Taylor, se basa en clichés del género y carece de originalidad. La idea de un lago artificial que alberga una población de tiburones, introducida por un grupo de corporativos sin nombre, es un recurso barato y previsible. La trama se centra en los efectos prácticos y las escenas de acción, descuidando completamente el desarrollo de los personajes y el establecimiento de un contexto convincente. La motivación de los antagonistas, que buscan obtener ganancias a costa de la vida humana, es simplista y superficial. El guion, en esencia, es una serie de situaciones predeterminadas que conducen a una sangrienta culminación.

A pesar de los intentos de revitalizar la franquicia, “Tiburón 3D: La Presa” se siente como una mera parodia de sus predecesores. No ofrece nada nuevo a la audiencia, ni en términos de narración, ni de personajes, ni de dirección. Es un ejercicio técnico bien ejecutado, pero emocional y narrativamente vacío. La película se beneficia de los efectos especiales, pero no es capaz de compensar la falta de sustancia. Se trata de un producto comercial diseñado para generar taquilla, pero que decepciona por completo a los fans del original y a los recién llegados al género.

Nota: 4/10