“Tiburón 4: La Venganza” es una película que, a día de hoy, se encuentra en una zona gris del cine de terror. Lejos de los logros de los primeros “Tiburón”, esta entrega se siente como una continuación forzada, un intento de capitalizar la popularidad de la franquicia a costa de la lógica y, en ocasiones, incluso de la coherencia. Sin embargo, no es una obra total de basura, y en su defecto, ofrece algunos momentos de tensión y un guion que, si se analiza con paciencia, presenta cierta complejidad, aunque lánguida.
La dirección de Steven Spielberg, comparada con sus trabajos anteriores, carece del pulso y la urgencia que caracterizaban a las primeras películas. No hay el mismo control del ritmo, y las escenas de persecución, aunque visualmente competentes, se sienten menos impactantes. Robert Zemeckis, quien sustituyó a Spielberg en la dirección, parece carecer de la visión particular que habría podido dar una nueva dimensión a la saga. Aun así, la película logra mantener cierta atmósfera de inquietud, especialmente en las escenas nocturnas donde el océano y la oscuridad se convierten en los verdaderos protagonistas. El uso de la cámara lenta, recurso recurrente en la franquicia, se mantiene y, aunque a veces resulta gratuito, en ciertos momentos contribuye a crear un efecto de horror más visceral.
El núcleo dramático, centrado en la búsqueda de venganza del tiburón contra la familia Brody, se explora de una manera más psicológica que en las entregas anteriores. La película profundiza en el trauma de Ellen Brody, interpretada con una fuerza admirable por Shawnee Smith. Su duelo por Martin y su miedo constante al mar se traducen en una vulnerabilidad que la convierte en un personaje genuinamente empático, a pesar de que sus reacciones a menudo parecen exageradas. La actuación de Smith es la verdadera salvación de la película, aportando profundidad emocional a una historia que podría haber resultado banal. Michael Gross, como Sean, ofrece un rendimiento sólido, aunque su personaje carece de la carisma que le había dado a la saga en las primeras películas. El resto del elenco secundario, entre ellos el hijo de Ellen y Michael, son menos memorables.
El guion, escrito por el mismo equipo que las películas anteriores, presenta un argumento interesante en teoría: una criatura sensible, que recuerda a la criatura de “La Cosa”, que busca vengar la muerte de su madre. Sin embargo, la ejecución es problemática. Las motivaciones del tiburón son poco claras, y su comportamiento a veces es inconsistente. Además, la película introduce elementos innecesarios, como la participación de un científico que estudia la inteligencia animal, que no encajan completamente con el resto de la historia. El final, aunque proporcionando un cierre, se siente forzado y poco satisfactorio.
En definitiva, “Tiburón 4: La Venganza” es una película imperfecta, pero con momentos de interés. Aunque no alcanza la calidad de las primeras entregas, puede resultar entretenida para los fanáticos de la saga o para aquellos que buscan una película de terror con una trama poco convencional. No obstante, la película no ofrece nada realmente nuevo ni original, y su ritmo lento y sus constantes fallos narrativos la convierten en una experiencia mediocra.
Nota: 6/10