Tierra Brutal (1961)

“Tierra Brutal” es una película que se instala en la memoria con la misma fuerza que la sequía que asola el valle de Sonora, dejando tras de sí un sabor amargo de desolación y violencia implacable. La película, dirigida por Walter Hill, no es un espectáculo de acción desenfrenado, aunque la promesa del título lo sugiere, sino un estudio atmosférico y lento sobre la corrupción moral y la desesperación en el corazón del suroeste americano. Hill, un maestro en el cine de acción estilizada, se adentra en un territorio más oscuro y reflexivo, donde la violencia es consecuencia directa de un sistema en ruinas.

La película construye una tensión palpable desde sus primeros minutos, a pesar de su ritmo pausado. La fotografía de Jack Cole es fundamental para esta atmósfera. Los colores apagados, la tierra rojiza y el polvo que cubre todo, evocan una sensación de abandono y miseria. Las longitudes de plano, especialmente las que se centran en los rostros marcados por el duro vivir, transmiten la desesperación de los habitantes del valle. No se trata de un paisaje hermoso, sino de un lugar donde la vida se aferra con uñas y dientes a la supervivencia.

La actuación de Clint Eastwood, en el papel de Mike Summers, es, como siempre, impecable. Su personaje es un hombre curtido por la guerra, que ha buscado la tranquilidad después de una vida de combates, pero que se ve obligado a volver a tomar las armas. Eastwood no recita; simplemente *es* el personaje: una mezcla de cansancio, determinación y un profundo resentimiento por la injusticia. La química entre Eastwood y Susan Clark, quien interpreta a su esposa, es sutil pero efectiva, mostrando un amor desgastado por las circunstancias.

El guion, adaptado de la novela de Budd Schulman, es lo que realmente eleva a “Tierra Brutal” por encima de una simple película de acción. La historia no se centra en la persecución del pistolero, sino en la evolución del personaje de Summers y en cómo la violencia lo corrompe. Hay una crítica implícita al sistema legal, a las figuras de autoridad corruptas y a la naturaleza misma de la venganza. Los diálogos, aunque concisos, son significativos y contribuyen a la construcción del mundo de la película. Sin embargo, el ritmo deliberadamente lento puede resultar frustrante para algunos espectadores, particularmente aquellos acostumbrados a películas de acción más rápidas.

A pesar de esta posible crítica puntual, “Tierra Brutal” es una película importante y memorable. Es un homenaje al género western, pero con una sensibilidad más madura y una exploración más profunda de las complejidades del ser humano. Es una película que te hace reflexionar sobre la naturaleza del bien y del mal, y sobre las consecuencias devastadoras de la violencia. Es un western con alma, un clásico que merece ser visto.

Nota: 8/10