Tío Drew (2018)

“Tío Drew” es, en su esencia, un experimento visual y emocional que busca homenajear el espíritu competitivo, la nostalgia y la inesperada genialidad que se puede encontrar en los rincones más inesperados. La película, dirigida por Jon Watts, se atreve a tomar una premisa audaz: reimaginar a Kyrie Irving como un anciano, leyenda en declive, que se une a un joven aspirante a estrella, Dax, para intentar ganar el prestigioso Rucker Classic. La premisa, aunque inicialmente previsible, se sostiene gracias a una ejecución que, a pesar de algunos tropiezos, logra generar momentos de genuino humor y emoción.

La dirección de Watts es brillante en la puesta en escena. La película está repleta de secuencias de baloncesto frenéticas, coreografiadas con una energía contagiosa. Se trata de un espectáculo visual que, si bien se basa en la recreación de los movimientos de la NBA moderna, logra capturar la esencia del street ball: la improvisación, el talento individual y la camaradería. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada, potencia la atmósfera y eleva la tensión de cada partido. Sin embargo, a veces el ritmo se acelera demasiado, sacrificando la profundidad dramática por el puro entretenimiento.

La actuación de Kyrie Irving como "Tío Drew" es, sin duda, el punto central de la película. Irving no solo se entrega al papel con una energía exuberante y una sonrisa contagiosa, sino que también aporta una genuinidad que sorprende. Su presencia en pantalla es magnética y su reinterpretación del personaje es, en definitiva, la clave del éxito de la película. El resto del elenco, compuesto por actores menos conocidos, cumple con decoro, ofreciendo un desempeño sólido y contribuyendo a la dinámica del equipo. Especialmente, la química entre Irving y el joven Dax es el corazón emocional de la historia.

El guion, escrito por Jon Lucas y Scott Moore (autores de “Cómo Sobrevivir a una Pareja”), carece, en ocasiones, de sutilezas y recurre a chistes fáciles y situaciones predecibles. La trama es, en gran medida, superficial y se centra más en el espectáculo visual y el humor slapstick que en el desarrollo de personajes complejos. A pesar de ello, la película logra transmitir un mensaje positivo sobre la perseverancia, la amistad y la importancia de nunca rendirse, incluso cuando las cosas parecen desesperadas. El humor, aunque a veces excesivo, es parte integral del atractivo de la película y sirve para aliviar la tensión y generar momentos de risa genuina.

En definitiva, “Tío Drew” es un entretenimiento ligero y descaradamente divertido, que se beneficia enormemente de la presencia de Kyrie Irving. No es una obra maestra cinematográfica, pero sí un homenaje bienintencionado al espíritu competitivo, al street ball y a la capacidad de sorprendernos con los personajes más inesperados. Es una película que, si buscas una escapada visual y emocional, te dejará con una sonrisa en la cara.

Nota: 6.5/10