Todo en un viernes (Friday) (1995)

“Todo en un viernes” (Friday), la comedia de 1995 dirigida por F. Gary Gray, no es una obra maestra cinematográfica, pero sí un ejercicio vibrante de energía, improvisación y un retrato perfecto de la desesperación juvenil. La película, lejos de pretender ser profunda, se alimenta de un ritmo frenético y de situaciones absurdas que, contra todo pronóstico, se convierten en un detonante para la risa contagiosa. La premisa, aparentemente sencilla - un ex-guardia de prisiones echado del trabajo y su amigo drogadicto pasando el viernes – se convierte en el catalizador para una serie de desventuras dignas de un guion improvisado, lo que precisamente es su mayor fortaleza.

La dirección de F. Gary Gray es notable por su capacidad para capturar el caos y la espontaneidad. Él no intenta domesticar la locura que propulsa la trama; al contrario, la abrazando y utilizando la cámara con una fluidez asombrosa. Las secuencias de persecución son particularmente memorables, con un montaje rápido y dinámico que enfatiza el sentido de urgencia y la confusión de los personajes. El uso de la cámara en mano, una técnica innovadora para la época, contribuye a la sensación de inmersión en la experiencia de los protagonistas. Gray entiende que el valor reside en la inmediatez, en la sensación de que estás presenciando un evento real, sin filtros ni artificios.

Las interpretaciones de Ice Cube y Chris Tucker son, sin duda, el corazón de la película. Ice Cube, como Craig, ofrece una actuación sutil pero poderosa, mostrando la frustración, el resentimiento y la necesidad de recuperar su dignidad. Su personaje, aunque taciturno y a menudo irritable, esconde una vulnerabilidad que se revela gradualmente a lo largo de la película. Tucker, por su parte, se desborda de energía. Su interpretación de Smokey es un torbellino de improvisación, exageración y humor slapstick. Su química con Ice Cube es innegable y su juego de palabras, aunque a veces repetitivo, se vuelve tan icónico que se ha convertido en un sello distintivo de la película. No se trata de actuaciones magistrales, sino de una convicción total en sus personajes y en la locura que los rodea.

El guion, aunque a veces predecible, se basa en una estructura clásica de comedia de acción. Las situaciones se desarrollan de forma natural, aunque a menudo se apoyan en clichés del género. Sin embargo, la clave del éxito radica en la constante inserción de diálogos ingeniosos y sorprendentes, en gran parte producto de la improvisación de los actores. Estas líneas diápticas, cuidadosamente integradas en la narrativa, proporcionan momentos memorables y contribuyen a la atmósfera general de caos y diversión. La película no se toma en serio su propia historia, y esa es precisamente su virtud. Se burla de las convenciones del género, sabiendo que la risa es la mejor recompensa.

En definitiva, “Todo en un viernes” es una comedia de acción desenfrenada que no pretende ser más que eso: una fuente inagotable de entretenimiento. Su ritmo frenético, las interpretaciones convincentes de sus protagonistas y su capacidad para generar situaciones absurdas la convierten en una película disfrutable para todo tipo de público. No es un clásico, pero sí una joya del género de comedia de los 90.

Nota: 7/10