“Todo está muy duro” (Everything’s Tough) no es una película que busque reinventar la comedia. Si buscas una exploración profunda de la condición humana, o una trama elaborada y llena de giros inesperados, quizás deberías buscar en otro lugar. Sin embargo, si lo que buscas es una dosis pura y sin adulterar de la esencia misma del humor de Cheech y Chong, una película que resuena con la simple y cruda alegría de la ineptitud y la despreocupación, entonces estás en el lugar correcto. Y, debo añadir, esta vez la ineptitud se encuentra con una amenaza real, lo que añade un elemento de tensión inesperada y, paradójicamente, refuerza la comedia.
La película, dirigida por Peter Huyghe, captura con maestría el estilo característico de la pareja: conversaciones torpes y sin sentido, drogas, situaciones absurdas y una actitud general de rebeldía ante las convenciones sociales. El ritmo es deliberadamente pausado, permitiendo que los diálogos, que son el corazón de la película, resalten con máxima intensidad. No hay prisa por avanzar la trama; se permite que la comedia se desarrolle orgánicamente, a menudo a través de la interacción entre Cheech y Chong y el resto del elenco, especialmente el excéntrico Slyman. La dirección se centra en la atmósfera, en la sensación de desorden y caos que impregna la película, lo cual se consigue a través de la fotografía y el montaje. Es un enfoque que, aunque no sea revolucionario, es sorprendentemente eficaz para transmitir la esencia del espíritu de la pareja.
Las actuaciones de Tommy Chong y Cheech Marin son, como siempre, impecables. Su química es palpable y su interpretación se basa en la naturalidad, en la confianza en su propio personaje. No pretenden ser héroes ni villanos, simplemente son Cheech y Chong, siendo ellos mismos. El resto del elenco secundario, con actores como John LaMott y Randy Jaramillo, complementa la dinámica con personajes igualmente absurdos y memorables. Slyman, interpretado por Larry Hankin, es particularmente memorable, su determinación retorcida para vengarse de la pareja añade una capa de humor negro que subraya la imprevisibilidad de la película. La película, a pesar de sus limitaciones narrativas, cuenta con un humor que se siente genuino, algo que a menudo falta en la comedia moderna.
A pesar de su enfoque repetitivo y su guion, que se centra casi exclusivamente en conversaciones y situaciones cómicas, "Todo está muy duro" ofrece una experiencia cinematográfica simple pero satisfactoria. No es una obra maestra, y su valor radica más en ser una película genuinamente divertida que evoca la nostalgia por el humor clásico de Cheech y Chong. La película captura perfectamente el espíritu de la pareja, su irreverencia y su desprecio por las normas. Es, en esencia, un recordatorio de que a veces, lo más simple puede ser lo más divertido. Es una película que, por su refrescante autenticidad, merece ser apreciada.
Nota: 6/10