Todo lo demás (2003)

“Todo lo demás” (Everything, Everywhere All at Once) no es simplemente una película; es una experiencia cinematográfica que golpea con la fuerza de una supernova, dejando al espectador desorientado, asombrado y, a la vez, profundamente conmovido. Daniel Kwan y Daniel Scheinert, los directores detrás de esta frenética y exquisita producción, han logrado crear algo que podría considerarse la culminación de años de experimentación con el multiverso, el surrealismo y la comedia absurda, y lo hacen con una sorprendente seriedad emocional.

La película se centra en Evelyn Wang, interpretada magistralmente por Michelle Yeoh, una mujer china-americana que lucha por mantener su vida en pedazos: su negocio de lavandería en crisis, su matrimonio en ruinas, su relación tensa con su hija, Joy (Stephanie Hsu), y su padre, Gong Gong (James Hong), recién llegado de China. La llegada de un auditor fiscal, Deirdre Beaubeuf (Jamie Lee Curtis), que se convierte en el detonante de un viaje interdimensional, desata una cascada de posibilidades y consecuencias que se revelan a través de un guion audaz y, a menudo, desconcertante. Lo que comienza como una comedia de situaciones evoluciona rápidamente en una reflexión profunda sobre la identidad, la familia, el arrepentimiento y la búsqueda de significado en un universo infinitamente complejo.

La dirección de Kwan y Scheinert es, en esencia, la columna vertebral de la película. Su estilo de edición frenético, con cortes rápidos, yuxtaposiciones inesperadas y un uso hábil del color, imita la confusión y la sobrecarga sensorial que experimenta Evelyn. No obstante, este ritmo vertiginoso nunca se siente caótico; más bien, es una herramienta para guiar al espectador a través de la narrativa multidimensional, permitiéndole aceptar lo imposible como algo relativamente normal. La banda sonora, igualmente innovadora, se adapta a cada cambio de realidad con una brillantez que refuerza la atmósfera surrealista.

Las actuaciones son, sin duda, otro punto fuerte. Michelle Yeoh ofrece una interpretación de vida entera, transformándose visual y emocionalmente a lo largo de la película. Su Evelyn es a la vez vulnerable y estoica, frágil y resiliente. Stephanie Hsu brilla como Joy, capturando la angustia de una generación que busca su lugar en un mundo que parece estar perdiendo su norte. Y Jamie Lee Curtis, en un papel que va más allá de la comedia, sorprende por su capacidad para alternar entre la amenaza y la humanidad.

El guion, escrito por Kwan y Scheinert, es el corazón de la película. No se basa en la mera explosión de posibilidades del multiverso; en cambio, utiliza esta premisa para explorar temas universales, como la incomunicación familiar, la presión para cumplir expectativas, el peso del pasado y la posibilidad de encontrar la felicidad en los momentos más inesperados. Aunque la trama es a menudo compleja, se mantiene sorprendentemente humana, y los momentos de humor, que van desde lo absurdo hasta lo inusual, logran conmovernos. "Todo lo demás" demuestra que la ciencia ficción, cuando se utiliza con propósito y sensibilidad, puede ser una herramienta poderosa para contar historias sobre la experiencia humana.

Nota: 9/10