Todos me odian (2022)

“Todos me odian” (Everybody Hates Chris, en su título original) no es una comedia que te haga reír a carcajadas, ni tampoco una película que te deje con una profunda reflexión filosófica. Es, en esencia, una exploración sutil pero efectiva de la paranoia, la adolescencia y las complejas dinámicas familiares, ambientada en un entorno suburban del sur de Estados Unidos a finales de los años 80. La película, dirigida por Peter Hedges, consigue crear una atmósfera de creciente tensión que, aunque no recurre a sustos baratos, se siente palpable en cada escena.

La historia se centra en Chris Semanski, interpretado con una vulnerabilidad convincente por Donald Glover. Chris es un adolescente inseguro y excesivamente consciente de sí mismo, que se encuentra en medio de una turbulenta fiesta de cumpleaños. A medida que la noche avanza, comienza a sospechar que sus amigos –un grupo de compañeros de instituto con comportamientos desde cuestionables hasta abiertamente antipáticos– están conspirando contra él. La película no ofrece respuestas fáciles; no intenta justificar el comportamiento de sus amigos, ni siquiera confirma la paranoja de Chris. Hedges, en lugar de ofrecer explicaciones, se sumerge en la mente del protagonista, mostrándonos un mundo interno donde las inseguridades, los traumas pasados y la sensación de no pertenecer alimentan sus sospechas.

Las actuaciones son sólidas en todo el reparto. Glover es el núcleo de la película y ofrece una interpretación matizada que va más allá de la simple paranoja. Se percibe la desesperación, el miedo y la necesidad de aprobación que impulsan su personaje. También destacan la interpretación de Jonah Hill, que aporta un toque de humor negro y de incomprensión, y el de Nick Swardy, como su hermano Reggie, un personaje que oscila entre la inocencia y la complicidad. La química entre los actores genera un ambiente de tensión creíble y subyacente.

El guion, adaptado de los cómics de Chris Semanski, es el punto fuerte de la película. Hedges evita clichés de la comedia adolescente y se centra en la construcción del personaje y la exploración de sus emociones. El diálogo es natural y realista, y las situaciones, aunque a menudo incómodas, se sienten honestas y creíbles. La película no se toma a sí misma en serio, lo que le permite abordar temas como la soledad, la autoestima y la presión social con un toque de humor que, aunque sutil, funciona sorprendentemente bien. El vestuario y la ambientación contribuyen a crear una sensación de autenticidad y a transportar al espectador a la época.

Sin embargo, la película no está exenta de algunas imperfecciones. A veces, la tensión puede sentirse un poco estática, y algunos momentos podrían haberse beneficiado de un ritmo más dinámico. Pero en general, "Todos me odian" es una comedia dramática inteligente y bien ejecutada, que ofrece una visión refrescante de la adolescencia y una reflexión sobre la complejidad de las relaciones humanas. Es una película que te invita a cuestionar tu propia percepción de la realidad y a considerar la posibilidad de que, a veces, las personas que más te quieren, también pueden odiarte.

Nota: 7/10