Tom, Dick y Harry (1941)

“Tom, Dick y Harry” es una comedia romántica que, aunque carente de la innovación que esperaba, ofrece un entretenimiento ligero y familiar que puede ser, para algunos, un consuelo agradable en el panorama cinematográfico actual. La película, dirigida con un estilo directo y sin grandes pretensiones por parte de David Leitch (antes conocido por su trabajo en acción), se centra en la indecisión de Janie, interpretada con un encanto natural por Elisabeth Olsen. Olsen consigue transmitir con precisión el conflicto interno de la protagonista, su anhelo de estabilidad pero también su deseo de romper con la monotonía.

La película se presenta como una serie de "flashforward" o "flashback" que muestran a Janie viviendo diferentes escenarios matrimoniales con cada uno de sus pretendientes. Esta estructura narrativa, aunque arriesgada, funciona sorprendentemente bien. Leitch y el equipo creativo logran que estas secuencias se sientan distintas y vívidas, ofreciendo una paleta de colores y estilos visuales que reflejan la personalidad de cada hombre y el tipo de vida que Janie imaginaría. Sin embargo, es importante reconocer que la ejecución de estos fragmentos, si bien visualmente atractivos, a veces son un poco lentos y podrían haberse condensado para aumentar el ritmo general de la película. La dirección tiene momentos brillantes, especialmente en la manera en que se utilizan los escenarios para ilustrar el estado emocional de Janie.

El reparto es sólido en su conjunto. Austin Pendleton como Tom, el vendedor de coches, aporta una bondad innegable al personaje. Jon Hamm como Dick, el multimillonario, ofrece un contraste interesante, mostrando tanto la generosidad como la vanidad que a menudo se asocian a la riqueza. Pero es Harry, interpretado por Josh Peck, el mecánico, quien se lleva la mayor parte del protagonismo y, en mi opinión, la mejor actuación. Peck logra captar la excentricidad y el buen corazón del personaje de manera convincente, creando un personaje memorable y con el que el público puede conectar fácilmente. La química entre Olsen y Peck es palpable, y es este vínculo lo que eleva la película por encima de ser un simple ejercicio de guion de "qué hubiera pasado si...".

El guion, aunque predecible en su trama general, presenta momentos de humor genuino y reflexiones sobre las expectativas sociales y las presiones que sufren las mujeres en busca de la felicidad. No se pretende subvertir los estereotipos románticos, sino más bien explorar la complejidad de tomar decisiones importantes y el miedo a elegir mal. Hay algunas líneas de diálogo que resultan particularmente acertadas y que invitan a la reflexión, aunque a menudo se pierden en medio de los momentos cómicos. En general, el guion se basa en ideas ya exploradas en el género, pero lo ejecuta con una naturalidad que lo hace agradable de ver. Podría haber explorado más a fondo las motivaciones internas de Janie, pero la película se enfoca en mostrar las consecuencias de sus decisiones más que en analizarlas profundamente.

En definitiva, “Tom, Dick y Harry” es una película entretenida, visualmente atractiva y con un buen reparto. No es una obra maestra, pero cumple su función de ofrecer un escape ligero y divertido. Es una película perfecta para ver con la familia o como una opción discreta en una noche de cine.

Nota: 6/10