Tony, Shelly y la linterna mágica (2023)

“Tony, Shelly y la linterna mágica” es una película que, en lugar de intentar competir con la magnitud de los grandes éxitos navideños, opta por un encaje íntimo y reconfortante en el corazón de la temporada. No es un tierno melodrama que te hará llorar a moco tendido, ni una comedia descaradamente divertida, sino una pequeña joya que se roba el corazón con su dulzura y su enfoque sutil del deseo de conexión. La película, dirigida por la pareja de cineastas Kyle Szematowicz y Andrew Nelstrop, se centra en Tony, un niño que, debido a una rara condición genética, emite luz propia. Su aislamiento social, su timidez y su anhelo de compañía son lo que impulsan la trama y el resto de los personajes.

La dirección es cuidadosa y la película se mueve a un ritmo pausado que permite a la audiencia sumergirse en la atmósfera acogedora y ligeramente melancólica del pequeño mundo de Tony. Las escenas, aunque sencillas en su puesta en escena, están llenas de matices visuales. El uso de la luz es fundamental, tanto para destacar la luminosidad de Tony como para reflejar su estado de ánimo. La fotografía, en general, es brillante y mantiene una paleta de colores cálidos que refuerza la sensación de intimidad y seguridad. Sin embargo, a veces la lentitud del ritmo podría resultar un poco pesada para algunos espectadores.

El elenco es el punto fuerte de la película. El joven protagonista, Benny Simons, ofrece una interpretación excepcionalmente conmovedora. Logra transmitir con convicción el sentimiento de soledad y la esperanza de Tony. La química entre Simons y la actriz principal, Ruby Rose Watson, que interpreta a Shelly, es genuina y aporta una frescura especial a la relación entre los dos personajes. Shelly no es una figura maternal o tutora, sino una compañera de juegos, una amiga que, sin grandes gestos, ofrece a Tony una oportunidad de conexión. Las actuaciones de los demás miembros del reparto, como los padres de Tony, son discretas pero efectivas, contribuyendo a la construcción de un entorno familiar que, aunque imperfecto, se siente cálido y acogedor.

El guion, adaptado del cuento homónimo de James Maxwell, es sencillo pero efectivo. No hay giros argumentales complejos ni villanos amenazantes. La trama se centra en la amistad, el descubrimiento de la propia identidad y la importancia de romper con la soledad. La “linterna mágica” funciona como un catalizador para la aventura, pero la verdadera magia de la película reside en la exploración de las emociones y los deseos de sus personajes. El final es emotivo y, aunque un poco idealista, cumple su propósito de ofrecer un mensaje positivo sobre la posibilidad de encontrar la conexión y la felicidad, incluso en los lugares más inesperados. No obstante, algunos diálogos podrían haberse pulido un poco más para evitar cierta artificialidad.

Nota: 7/10