Tori y Lokita (2022)

“Tori y Lokita” no es una película para ver si buscas entretenimiento superficial o una historia con giros argumentales deslumbrantes. Es una película que se instala en la memoria, una experiencia cinematográfica que te obliga a conectar con la vulnerabilidad, la solidaridad y el peso de las decisiones, incluso cuando estas parecen insignificantes. La dirección de Charlotte Vanschoonenburg es magistral, creando un ambiente de constante tensión y desesperación, pero también de una extraña esperanza, como una luciérnaga en la oscuridad. Evita los clichés del melodrama, optando por una fotografía impecable, que utiliza la luz y la sombra para reflejar el estado emocional de sus personajes. La paleta de colores apagados, combinada con la atmósfera grisácea de la Bélgica contemporánea, refuerza la sensación de aislamiento y marginalización.

La película se centra en la improbable amistad que surge entre Tori, una niña congoleña recién llegada, y Lokita, una joven adolescente con un pasado turbulento. Su conexión es genuina y, a pesar de las diferencias de edad y experiencia, se establece rápidamente. Las actuaciones son excepcionales. El talento de Clara Vandermeerssch, que interpreta a Tori, es impresionante. Logra transmitir la inocencia, el miedo y la creciente madurez de su personaje con una sutileza conmovedora. Pero la actuación de Félix Lengeling como Lokita es, sin duda, la que más resuena. Captura la fragilidad, el resentimiento y la determinación de un adolescente que ha visto demasiado en su corta vida. Su mirada, en ocasiones, habla más que las palabras, y se percibe una profunda tristeza subyacente.

El guion, coescrito por Vanschoonenburg y el director de fotografía, es notablemente sutil. La película se basa en la observación y la atmósfera para revelar la historia, en lugar de depender de diálogos expositivos. La trama se desarrolla de manera orgánica, mostrando los desafíos que enfrentan los dos jóvenes al intentar sobrevivir en un entorno hostil. El guion es perspicaz en su representación de las desigualdades sociales y la dificultad que tienen los inmigrantes para integrarse en una sociedad que no siempre los acoge con los brazos abiertos. Se evitan las soluciones fáciles y la película no ofrece respuestas fáciles; en cambio, plantea interrogantes sobre la responsabilidad, la amistad y el valor de la humanidad. Es una historia sobre la búsqueda de pertenencia, una idea universal que se presenta con una honestidad brutal y una sensibilidad agridulce. El ritmo, aunque pausado, es deliberado, permitiendo que el espectador absorba la atmósfera y se conecte emocionalmente con los personajes.

“Tori y Lokita” no es una película que te dará un subidón de adrenalina, pero sí una experiencia cinematográfica memorable. Es un pequeño gran triunfo, una película que te confronta con la realidad de la emigración, la fragilidad de la amistad y la búsqueda constante de un hogar. Una película que te dejará pensando en ella mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8.5/10