Touch and Go (1986)

“Touch and Go” (2004) es una película que, a primera vista, podría pasar desapercibida en el amplio catálogo de thrillers neo-noir que ha surgido a lo largo de las décadas. Sin embargo, la película de Jake Scott se erige como un estudio complejo y sombrío sobre la vulnerabilidad humana y las consecuencias imprevistas de la compasión. No es una película con efectos especiales deslumbrantes ni con giros argumentales exagerados, sino que se centra en la atmósfera opresiva, la dirección precisa y las actuaciones sólidas que, en conjunto, construyen una experiencia cinematográfica cautivadora.

La dirección de Jake Scott es, sin duda, la columna vertebral de la película. Transmite una sensación palpable de incertidumbre y peligro, utilizando una paleta de colores apagados, la iluminación tenue y una fotografía que evoca la melancolía y la desesperación. La película se mueve con una lentitud deliberada, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente, como una tormenta que se avecina. Scott explota con maestría los espacios urbanos de Chicago, transformando calles solitarias y pasajes oscuros en escenarios inquietantes y claustrofóbicos. La coreografía de las persecuciones es eficaz, pero se centra más en la sensación de amenaza y persecución psicológica que en la acción desbordante.

Michael Keaton ofrece una interpretación magistral como el protagonista, un hombre gris, marcado por sus propios demonios y que ha perdido su fe en el mundo. Su actuación es sutil pero contundente. No es un héroe convencional, sino un hombre común que, inesperadamente, se ve arrastrado a una situación peligrosa. La química entre Keaton y el joven interpretado por Adam Goldberg es fundamental para el éxito de la película. Goldberg aporta una fragilidad que contrasta con la dureza del mundo que le rodea, y su interpretación, aunque por momentos torpe, es honesta y convincente. María Conchita Alonso, como la madre del joven asaltante, ofrece una interpretación conmovedora, transmitiendo una mezcla de preocupación, amor y desesperación.

El guion, adaptado de la novela de Joe Demarkian, es quizás el punto más débil de la película. A pesar de su premisa interesante, la trama avanza a veces de forma algo lenta y los diálogos, aunque creíbles, no siempre destacan por su ingenio o profundidad. La película, en su esencia, explora la idea de la red de la empatía, cuestionando si la compasión puede ser una forma de auto-destrucción o una fuente de esperanza en un mundo corrompido. Sin embargo, el guion no profundiza lo suficiente en las motivaciones de los personajes o en las implicaciones morales de sus actos, dejando algunas preguntas sin respuesta. La ambigüedad moral es una de las fortalezas de la película, pero el guion no siempre logra transmitirla con la suficiente claridad.

En definitiva, "Touch and Go" es una película inquietante y reflexiva, que invita a la contemplación. No es un thriller convencional, sino un estudio psicológico sobre la vulnerabilidad humana y las consecuencias de nuestras decisiones. A pesar de sus fallos, la dirección, las actuaciones y la atmósfera opresiva hacen que sea una experiencia cinematográfica memorable.

Nota:** 7/10