“Train to Busan” no es simplemente un thriller de supervivencia; es una inmersión visceral en la angustia, el pánico y el horror más puro. Lee Sung-seong nos entrega un debut sorprendentemente maduro que supera las expectativas y se instala como una de las mejores películas coreanas sobre zombies que hemos visto en años. La película no busca justificaciones lógicas ni explicaciones elaboradas para la amenaza zombie; se centra en la humanidad, o la falta de ella, que emerge en situaciones extremas, y en las relaciones que se forman – y se destruyen – entre los personajes atrapados en un tren en movimiento constante.
La dirección de Lee Sung-seong es impecable. Utiliza la claustrofobia del espacio cerrado del tren para crear una tensión palpable desde los primeros minutos. La banda sonora, minimalista pero efectiva, amplifica el sentimiento de desesperación y nos obliga a sentir cada salto de zombi, cada gruñido amenazante. La película no se amarra a la acción constante; permite momentos de relativa calma para que el espectador pueda respirar, pero estos momentos son siempre seguidos por explosiones de violencia que nos dejan sin aliento. El uso del campo de visión y el encuadre son particularmente notables, intensificando la sensación de peligro inminente. La película juega con la perspectiva, utilizando tomas subjetivas y panorámicas que nos sitúan tanto en la acción como en el terror psicológico que experimentan los protagonistas.
El elenco es excepcional. Son las actuaciones las que realmente elevan la película. Gong Yoo, como Seok-woo, el padre divorciado y cínico, ofrece una interpretación magistral. Su evolución a lo largo de la película, desde su actitud inicial de indiferencia hasta su desesperada lucha por proteger a su hija, es conmovedora. Yoona Jung, como la joven Yumi, aporta una vulnerabilidad y determinación que contrasta notablemente con la actitud pragmática de Seok-woo, generando un vínculo emocional central en la narrativa. Las interpretaciones de los secundarios son igualmente sólidas, cada personaje con una motivación y una personalidad que contribuyen a la complejidad del drama. La película no solo muestra a los personajes luchando contra los zombies, sino también luchando contra sus propios demonios internos.
El guion, escrito por Sung-seong y Sang Hun Kim, es el corazón de la película. Evita los clichés del género y se centra en la dinámica humana dentro del caos. Los conflictos no son solo de supervivencia, sino de moralidad, responsabilidad y el sacrificio personal. La película plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza de la empatía y si, en una situación de crisis, la humanidad se desvanece. La narrativa avanza a un ritmo vertiginoso, manteniendo al espectador enganchado hasta el final. La conclusión, aunque no necesariamente feliz, es deliberada y resonante, dejando una impresión duradera. Es una película que te hará pensar, incluso después de que los créditos finales se hayan desvanecido. “Train to Busan” es más que un espectáculo de zombies; es una reflexión sobre la condición humana y la fuerza del vínculo familiar.
Nota: 8.5/10