Transformers: El último caballero (2017)

Michael Bay ha vuelto a hacer lo que mejor sabe hacer: espectáculo visual deslumbrante. ‘Transformers: El Último Caballero’ no intenta, ni siquiera aspira, a ser una obra maestra cinematográfica. Es, sin duda, un videojuego hollywoodiano en el que has encendido todo lo que tenías y has dejado que el caos se descontrolara. Y, a pesar de sus defectos, en esta ocasión el caos es, irónicamente, lo más efectivo del filme. La película se aleja, con un buen puntito de audaz rebelión, de la fórmula de explosiones gratuitas que, aunque habitual en la franquicia, comenzaba a sentirse repetitiva en las entregas anteriores. Si bien las secuencias de acción son espectaculares, con transformaciones impresionantes y persecuciones de alto octanaje, Bay se esfuerza (y en algunos momentos logra) por darle un propósito más profundo a la locura.

La premisa, que implica un pasado oculto y una amenaza existencial para la humanidad, es un cambio de guion refrescante. La historia se centra en Cade Yeager (Mark Wahlberg), un joven deshonrado que se ve obligado a unirse a una improbable alianza entre humanos y Transformers. El guion, a pesar de algunos momentos predecibles y diálogos a veces forzados, explora la idea de la redención y el sacrificio de una manera más madura que en películas anteriores. La introducción de personajes como Sir Anthony Hopkins, interpretando a un Lord Inglés encorvado por un pasado oscuro, aporta una capa de complejidad inesperada a la trama. La inclusión de Laura Haddock como una brillante científica, quien aporta la clave para entender la amenaza, también refuerza la idea de que la inteligencia puede ser tan poderosa como la fuerza bruta.

Las actuaciones son sólidas, aunque no espectaculares. Mark Wahlberg ofrece una interpretación pragmática y con la suficiente vulnerabilidad de Cade Yeager. Transformers, como siempre, son meros vehículos de destrucción digital y efectos especiales. Sin embargo, la relación entre Cade y Bumblebee, interpretado magistralmente por John Boyega, es el núcleo emocional de la película y aporta una nota genuina. La química entre los dos personajes es palpable y se convierte en un punto de anclaje en medio del frenesí. Sin embargo, es importante recordar que estamos ante robots que hablan, lo que limita, inevitablemente, el potencial de las actuaciones.

Michael Bay, como director, domina la puesta en escena y mantiene el ritmo trepidante a lo largo de las casi tres horas de duración. La banda sonora, como siempre, es imponente y contribuye significativamente a la atmósfera de la película. No obstante, la excesiva dependencia de efectos especiales y la falta de desarrollo profundo de los personajes secundarios (más allá de los principales) son deficiencias notables. A pesar de todo, ‘Transformers: El Último Caballero’ es una entrega que, en comparación con otras películas de la franquicia, ofrece una experiencia visualmente estimulante y un tono ligeramente más reflexivo, aunque sin abandonar la esencia de la destrucción y el espectáculo que la caracteriza. La película se queda a medio camino entre el entretenimiento desenfadado y una exploración del ser humano.

Nota:** 6.5/10