Transylvania 6-5000 (1985)

“Transylvania 6-5000” es una película de terror de 1991 que, a pesar de su aspecto deslucido y de ser a menudo descrita como un ‘cult clásico’, merece una reconsideración. No es una obra maestra, ni mucho menos, pero sí una experiencia cinematográfica peculiar y, en ciertos aspectos, sorprendentemente efectiva. La película, dirigida por Fred Vogel, se sitúa dentro del género de terror slapstick, donde el humor y la violencia se entrelazan de una manera que puede resultar desconcertante para el espectador moderno.

La historia sigue a los periodistas, Eddie (Bruce Campbell) y su colega, la descarriada y sin escrúpulos Betsy (Sarah Patrick), mientras investigan la desaparición de Elizabeth en un pueblo remoto de Transilvania. El elemento central, un monstruo de Frankenstein reencarnado y desterrado a la zona para su “rehabilitación”, es un concepto inherentemente absurdo, y la película se basa en este absurdo para generar momentos de hilaridad que, si bien no son siempre bien ejecutados, sí logran provocar una risa genuina. El contraste entre la seriedad con la que se intenta abordar la investigación y la locura de lo que se descubre crea un efecto cómico muy particular.

La dirección de Fred Vogel es deliberadamente torpe y a veces desordenada. No intenta replicar la solemnidad de las películas de terror clásicas, sino que abraza la locura del guion con una estética visual que se siente como una parodia del género. La fotografía, con sus colores apagados y su iluminación artificial, contribuye a la atmósfera general de surrealismo. Sin embargo, esta estética, aunque entretenida, también puede resultar anticuada y, en algunos momentos, disorientadora. Vogel es un director con una clara visión, y aunque no siempre es la mejor, esa visión es innegablemente distintiva. El uso de la cámara, a menudo en ángulos extraños y planos cortos, intensifica la sensación de incomodidad y confusión.

Las actuaciones son, en su mayoría, funcionales. Bruce Campbell, conocido principalmente por su trabajo en el cine de terror de bajo presupuesto, ofrece una actuación convincente como el periodista cínico y algo exasperado. Sarah Patrick, por otro lado, se desvive con un excesivo comportamiento que, aunque contribuya al humor, a veces llega a ser exagerado. Sin embargo, el verdadero protagonista de la película es el monstruo de Frankenstein, interpretado con un entusiasmo contagioso por Andy Phillips. Su actuación es la que realmente salva la película de ser un mero ejercicio de comedia burda; la vulnerabilidad que proyecta es un contrapunto fascinante a la brutalidad de las escenas de acción.

En definitiva, “Transylvania 6-5000” no es una película para todos los gustos. Es una película que exige un cierto grado de apertura al humor absurdo y al cine de terror de bajo presupuesto. No se toma a sí misma demasiado en serio, y su ritmo desigual y su estética anticuada pueden ser un obstáculo para algunos espectadores. A pesar de sus defectos, la película ofrece un entretenimiento peculiar y un recordatorio de que el cine de terror puede ser a la vez divertido y desconcertante.

Nota: 6/10