“Tras la Máscara” (Masque of the Red Death, en su título original) es un thriller histórico que, pese a su ambientación en el siglo XVIII y su intrigante premisa, no logra alcanzar el impacto esperado. La película, dirigida por Barnet Kellman, se centra en Will Reynolds, un mercenario de la British East India Company, obligado a huir tras ser traicionado y a reinventarse bajo una nueva identidad en las colonias americanas. La trama, teñida de un aire de misterio y un toque de romanticismo gótico, promete una serie de giros y revelaciones que, lamentablemente, se diluyen en una ejecución poco pulida.
La dirección de Kellman es competente, pero carente de la audacia visual que podría haber elevado la película. La ambientación colonial es, en su mayoría, correcta, aunque se siente un tanto artificiosa, a veces recurriendo a imágenes prefabricadas en lugar de construir una atmósfera auténtica. El uso de la música, en particular la banda sonora, es notablemente operística, una elección que en ocasiones resulta excesiva y desentonada con el tono general de la película. Sin embargo, a pesar de estas fallas, Kellman logra mantener el interés del espectador gracias a la constante sensación de peligro inminente.
El núcleo del filme reside en las actuaciones. Gerard Butler, como Will Reynolds, ofrece una interpretación sólida, equilibrando la imagen del cínico mercenario con el de un hombre atormentado por su pasado. Butler posee la presencia física y el carisma necesarios para el rol, aunque a veces la caracterización resulta un tanto superficial. La antagonista, Charlotte (Gad Elmasry), no logra eclipsar a Reynolds, pero es aceptable dentro de su papel, y la relación que se desarrolla entre ambos, aunque predecible, ofrece algunos momentos de tensión genuina. La aparición de Ben Franklin (Craig Parker), además de dar un toque de relevancia histórica, sirve para impulsar la trama en un momento crucial.
En cuanto al guion, “Tras la Máscara” presenta algunos problemas de ritmo. Las escenas de acción, aunque decentes, carecen de la intensidad necesaria para generar un impacto real. El diálogo a menudo se siente forzado y poco natural, y la trama, si bien intrigante inicialmente, se complica demasiado a medida que avanza, generando confusiones y descuidos en la lógica narrativa. La inversión de lo que creemos saber se revela de forma algo forzada y, en ocasiones, no tiene el peso dramático que debería. La inclusión de un complot de dimensiones históricas, que parece apuntar a la Guerra de Independencia, se siente como un añadido, en lugar de una parte orgánica de la historia. La película intenta explorar temas como la identidad, el engaño y la redención, pero estos temas no están suficientemente desarrollados y, en última instancia, quedan a la merced de la trama principal.
A pesar de sus defectos, “Tras la Máscara” ofrece un entretenimiento visualmente aceptable, con un protagonista carismático y una ambientación colonial curiosa. Sin embargo, la dirección poco inspirada y el guion inconsistente impiden que la película alcance su máximo potencial. Es una película de acción histórica entretenida, pero que no dejará una huella duradera.
Nota: 6/10