Trasto, de la mansion a la calle (2019)

“Trasto, de la mansión a la calle” es una pequeña joya cinematográfica que, a pesar de su premisa sencilla, logra tejer una historia conmovedora sobre la resiliencia, la amistad y el valor de las cosas esenciales. La película, dirigida con sensibilidad por Alberto del Pozo, no busca la grandilocuencia ni los efectos especiales, sino que se centra en la evolución de un personaje animal que, a través de la adversidad, aprende a valorar lo que realmente importa. La película se aleja del sentimentalismo barato y se adentra en una narrativa realista y honesta sobre la pérdida y el aprendizaje.

La dirección de del Pozo es notablemente cuidadosa. La cámara se detiene en los detalles, capturando la expresión de Trasto (interpretado magistralmente por un perro de raza mixta llamado Zorro), transmitiendo su confusión, su miedo y, gradualmente, su creciente esperanza. La película utiliza la fotografía para marcar el contraste entre el lujo inicial y la pobreza posterior, y la banda sonora contribuye a reforzar la atmósfera de cada escena. Particularmente me sorprendió la forma en que se maneja la luz natural, creando una sensación de autenticidad y cercanía. El ritmo de la película es pausado, lo que permite al espectador conectar emocionalmente con Trasto y sus nuevas experiencias.

El guion, escrito por Carlos Cueto, es sólido y evita caer en clichés. La trama, aunque predecible en su esencia, se desarrolla de manera convincente, explorando la dinámica entre Trasto y Zoe (interpretada por Alba Galán), la joven que le ofrece refugio. La relación entre ambos es el corazón de la película, y la interpretación de Galán es sobresaliente. Zoe no es solo una salvadora; es un personaje con sus propias inseguridades y anhelos, lo que le da profundidad a la historia. La representación de los sobrinos de la difunta dueña es efectiva, mostrando su codicia y falta de empatía de forma sutil pero contundente, sin recurrir a caricaturas excesivas. El desarrollo de los personajes secundarios, aunque breve, es fundamental para el equilibrio emocional de la trama.

Sin embargo, hay que reconocer que la película no está exenta de algunas imperfecciones. El final, aunque emotivo, podría haber sido más elaborado y con una resolución más clara. Además, algunas situaciones, aunque creíbles, podrían haber sido presentadas con mayor naturalidad para evitar que se sintieran forzadas. No obstante, estas son pequeñas rarezas que no impiden que “Trasto, de la mansión a la calle” sea una película genuinamente conmovedora y digna de ver. La película consigue transmitir un mensaje poderoso sobre la importancia de la lealtad, la amistad y la capacidad de adaptación, demostrando que la verdadera riqueza se encuentra en las relaciones y en la valentía para afrontar los desafíos de la vida. Es una película que, a pesar de su sencillez, perdura en la memoria.

Nota: 7.5/10