“Treasure” no es una película que dejará una huella imborrable en el cine, pero tampoco pretende hacerlo. Es una pequeña joya emocional, un relato íntimo sobre la relación entre un padre y su hija, ambientado en un viaje de regreso a las raíces, a un pasado marcado por el Holocausto. La película, dirigida con sensibilidad por Francis Ford Coppola, se presenta como una exploración lenta y contemplativa de la memoria, el trauma y la búsqueda de identidad, elementos que se entrelazan con una belleza visual exquisita. Coppola, que ya ha demostrado su maestría en el manejo de la luz y la sombra, aquí utiliza la fotografía de Edward Lachowicz para crear una atmósfera opresiva y melancólica, una paleta cromática en tonos grises y ocre que refleja la carga emocional de los personajes.
La película se centra en la dinámica entre Elliot (Charlotte Gainsbourg), una periodista musical ambiciosa y algo escéptica, y su padre, Samuel (Mark Rylance), un hombre profundamente marcado por sus experiencias en la Segunda Guerra Mundial. Elliot busca respuestas sobre el pasado de su familia, mientras que Samuel, con un comportamiento en ocasiones testarudo e incluso enigmático, parece tener sus propios motivos para regresar a Polonia. La relación entre ambos es compleja y a menudo tensa, marcada por el silencio, la incomunicación y un profundo cariño que se revela poco a poco. Rylance ofrece una actuación magistral, transmitiendo con sutileza la fragilidad y la fortaleza de un hombre que ha sobrevivido al infierno, pero que aún lucha por procesar su pasado. Gainsbourg, por su parte, entrega una interpretación honesta y sensible, mostrando la frustración y la vulnerabilidad de una hija que busca comprender a su padre, pero que también se siente incomprendida.
El guion, escrito por Coppola y Edward Noonan, evita melodramáticas y clichés. Se centra en los detalles, en los pequeños gestos, en los silencios que hablan más que las palabras. La película no ofrece respuestas fáciles ni pretende simplificar la complejidad del tema del Holocausto. En cambio, presenta una visión íntima y personal del impacto de la tragedia en la vida de un individuo y en la transmisión a las siguientes generaciones. La película respeta la memoria sin caer en la voyeurización, evitando sensacionalismos y profundizando en la dificultad inherente a confrontar el pasado. La ambientación en Polonia es impecable, no solo por la dirección artística, sino también por la autenticidad de los escenarios y la fidelidad a la cultura local. Sin embargo, la lentitud del ritmo podría resultar excesiva para algunos espectadores, y la falta de desarrollo de ciertos personajes secundarios podría considerarse una debilidad.
A pesar de sus limitaciones, "Treasure" es una película valiosa, una reflexión poética sobre la memoria, el legado y la importancia de la conexión familiar. Es un retrato del dolor y la esperanza, del pasado y del presente, que nos invita a contemplar la fragilidad de la vida y la importancia de no olvidar. Coppola, a través de su visión particular, nos regala una experiencia cinematográfica conmovedora y, en definitiva, preciosa.
Nota: 7/10