¡Tres amigos! (1986)

“Tres amigos”, la comedia de enésima hora de los hermanos Farrelly, ofrece una experiencia cinematográfica que, si bien no redefine el género, proporciona un entretenimiento ligero y, en algunos momentos, sorprendentemente entrañable. La premisa, un grupo de actores de cine mudo – Dusty Bottoms, Lucky Day y Ned Nederlander – que se topan con una banda de forajeros en un pueblo mexicano, se siente familiar y, en cierto modo, deliberadamente gratuita. Y no es que eso sea necesariamente un problema, especialmente cuando los Farrelly se dedican a explotar clichés con una honestidad refrescante.

La dirección de taquilla es, como es habitual en la pareja, implacable. No se andan con rodeos, ni se preocupan por buscar la sutileza o la profundidad. La comedia es directa, slapstick, a menudo absurda, y se basa en el recurso a la sorpresa y al escandaloso. Brian Farrelly y Peter Farrelly mantienen un ritmo frenético que, aunque pueda resultar agotador para algunos, encaja perfectamente con la naturaleza del material. La película se mueve con una energía contagiosa, y se aprovecha al máximo del entorno mexicano, utilizando los paisajes y la cultura local para crear situaciones cómicas visualmente impactantes. Hay una cierta alegría en la forma en que se presenta el caos y la anarquía que se desata, aunque a veces la dirección tiende a la exageración, sacrificando la credibilidad por la carcajada.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Chevy Chase, Steve Martin y Martin Short cumplen su papel con descaro y un talento natural para el humor físico. Cada uno aporta un estilo particular al personaje, y la dinámica entre los tres es el corazón de la comedia. Chase, en particular, brilla con su interpretación de Dusty Bottoms, un tipo pomposo y pretencioso que se ve forzado a actuar como héroe de acción. Martin Short, como siempre, es un manantial de energía y espontaneidad, y su Ned Nederlander es un personaje que se desarrolla de una forma inesperada. El villano, Alfonso Arau, es un personaje caricaturesco pero memorable, con un acento exagerado que contribuye a la atmósfera general de la película.

Si bien la trama es predecible y el guion recurre a algunas trampas cómicas clásicas, la película consigue mantener el interés del espectador gracias a su ritmo trepidante y a su enfoque en el humor físico. No es una obra maestra del cine, ni pretende serlo. Sin embargo, “Tres amigos” ofrece una experiencia de entretenimiento agradable y, en ciertos momentos, realmente divertida. La película se beneficia de un ambiente vibrante y de la química entre los tres protagonistas, que, sin duda, es el motor principal de su éxito. La comedia es, en última instancia, un escape a la realidad, y los Farrelly nos ofrecen una dosis de escapismo sin complicaciones, a la que no todos negarán disfrutar.

Nota: 6.5/10