Tres fugitivos (1989)

“Tres Fugitivos”, el remake estadounidense de la hilarante comedia francesa de Francis Veber, es una película que se adentra en el territorio de la improvisación y la suerte, y en este caso, ambas parecen haber tenido una buena racha. La película, dirigida por Peter Segal, no alcanza la perfección de la original, pero logra un entretenimiento sólido y, en ocasiones, sorprendentemente ingenioso, gracias en gran medida al carisma y la química entre sus protagonistas. La premisa, aunque simple, es la base perfecta para una sucesión de situaciones absurdas y diálogos ágiles, y el director lo sabe y lo explota al máximo.

La clave del éxito de "Tres Fugitivos" reside en la interpretación de Nick Nolte como Lucas, un ladrón de poca monta que, a pesar de sus errores, posee un brillo particular y una vulnerabilidad que lo hacen, paradójicamente, el personaje más simpático. Nolte no intenta imitar al original, sino que ofrece una versión más moderna y, en algunos aspectos, más conmovedora de este tipo de antihéroe. Martin Short como Perry, un estafador de dudosa reputación, aporta una energía desbordante y una hilarante torpeza que complementa a la perfección el papel de Nolte. El cómico Andy García, aunque con un papel relativamente breve, se deshace por completo, ofreciendo una interpretación memorable que le permite aupar la película por momentos. Pero la verdadera joya reside en la química entre los tres, que crea un diálogo natural y un ritmo frenético que sostienen el interés del espectador.

La dirección de Peter Segal es competente, aunque carente de la audacia y el equilibrio sutil de Veber. La película no se toma a sí misma demasiado en serio y, en general, el ritmo es rápido y la acción constante. Sin embargo, a veces, la comedia cae en la repetición y la lógica se ve sacrificada en favor del gag visual. La banda sonora, bien elegida, refuerza la atmósfera de caos y aventura. La fotografía, en gran parte, se centra en los escenarios urbanos, que sirven como telón de fondo para la acción.

A pesar de sus fallos técnicos, "Tres Fugitivos" compensa con un humor fresco, diálogos inteligentes y una puesta en escena dinámica. Es una película que sabe divertir, ofreciendo momentos de genuina carcajada, y que, en definitiva, recupera el espíritu original de la comedia francesa. No es la obra maestra que podría haber sido, pero es un entretenimiento agradable y, para muchos, una reinvención exitosa de una historia clásica. La película demuestra que el ingenio y la capacidad de improvisación son armas poderosas, incluso en el mundo del cine.

Nota: 7/10