Tres historias para no dormir (1986)

“Tres historias para no dormir” es, en esencia, una película de terror psicológico disfrazada de relato de hadas, y esta ambigüedad es tanto su mayor fortaleza como su punto más frágil. La premisa, un hombre insomne recurriendo a los cuentos de su tío, es sencilla, casi pueril, pero se convierte en la puerta de entrada a un universo narrativo inquietante y perturbador que explora la naturaleza de la realidad y la fragilidad de la mente. La dirección de Ben Rovas es precisa y atmosférica, cultivando una sensación constante de incomodidad y suspense con una paleta de colores apagados, iluminación tenue y planos que se prolongan demasiado, deliberadamente buscando evocar el terror de la espera y la desconfianza.

Rovas opta por un estilo visual minimalista que sirve para acentuar la inmersión en la historia y la sensación de estar atrapado en un sueño febril. La película no se dedica a los jumpscares típicos del género, sino que se centra en construir una atmósfera densa y claustrofóbica, donde el verdadero terror reside en lo que no se ve y en lo que se sugiere. La banda sonora, por su parte, es un elemento fundamental en este sentido, utilizando tonos disonantes y melodías inquietantes que se entrelazan con las imágenes para reforzar la sensación de que algo siniestro acecha a la vuelta de la esquina. La puesta en escena, por lo general, es austera, pero efectiva, logrando que los espacios, ya sean la casa del tío o el entorno rural donde transcurre la acción, se conviertan en personajes en sí mismos.

El reparto, encabezado por Alex Lawrenson como Brian y Pete Davidson como Mike, ofrece interpretaciones sólidas y convincentes. Lawrenson, en particular, transmite con maestría la creciente desesperación y el miedo palpable del protagonista. Davidson, a pesar de su habitual estilo cómico, demuestra una notable capacidad para expresar la mezcla de preocupación, complicidad y algo más oscuro que suscita Mike. La dinámica entre los dos personajes es el núcleo de la película, y su relación se desarrolla con una naturalidad que añade una capa adicional de tensión y vulnerabilidad. Sin embargo, aunque las actuaciones son buenos, la profundidad emocional del personaje de Lawrenson a veces parece contenerse, dejando algunas oportunidades de desarrollo insatisfechas.

El guion, escrito por Ben Rovas, es el punto más discutible de la película. Si bien las tres historias en sí mismas son originales y poseen un toque de macabro que puede resultar fascinante, la estructura narrativa, con sus constantes saltos temporales y la manipulación de la realidad, puede resultar confusa y desconcertante para algunos espectadores. El ritmo es deliberadamente lento, y la película requiere una gran atención por parte del espectador. Aunque esta deliberada lentitud y la complejidad de la trama sirven para aumentar el suspense y la sensación de irrealidad, también puede llevar a que algunos elementos de la historia se queden sin desarrollar o se pierdan en la niebla de la ambigüedad. La película, en última instancia, no ofrece respuestas fáciles, y deja al espectador con más preguntas que certezas. El final, aunque visualmente impactante, es abiertamente interpretativo y puede resultar decepcionante para aquellos que esperan una resolución concreta.

Nota: 6/10