Tres hombres y un bebé (1987)

“Tres hombres y un bebé” es una comedia que, a primera vista, parece un cliché. Un arquitecto, un artista y un actor, tres solteros despreocupados, se ven inesperadamente inmersos en el rol de padres. Sin embargo, la película de Frank Oz y Peter Haiman, más allá del previsible, ofrece una experiencia sorprendentemente conmovedora y, a su manera, inteligente. El secreto reside en la sutil manera en que explora la transformación personal que experimentan los protagonistas, y en la honestidad con la que retrata las dificultades y los inesperados beneficios de la paternidad.

La dirección de Frank Oz, conocido por su trabajo como guionista de los Muppets, aporta un equilibrio entre el humor y la ternura. No rehuye la comedia slapstick, con situaciones a menudo absurdas y diálogos ingeniosos, pero también se permite momentos de profunda reflexión sobre la responsabilidad, la autoestima y el significado de la familia. Oz evita caer en la caricatura excesiva, ofreciendo un retrato realista de la dinámica entre los tres hombres. El ritmo es fluido, manteniendo el interés del espectador mientras se desarrolla la historia, con un uso efectivo del montaje para sugerir el paso del tiempo y el crecimiento de la relación entre los personajes.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Tom Selleck, Michael Keaton y Danny DeVito dan vida a Peter, Michael y Jack, respectivamente, con un encanto y una química palpables. Selleck, especialmente, se destaca con un Peter inicialmente engreído y egocéntrico que se ve progresivamente afectado por la paternidad. Keaton y DeVito complementan a la perfección, aportando su característico humor y una vulnerabilidad que humaniza a sus personajes. La relación entre ellos, inicialmente tensa y llena de reproches, evoluciona paulatinamente, revelando momentos de ternura, complicidad y un afecto genuino. No es una paternidad ideal, ni siquiera fácil, pero sí profundamente real.

El guion, aunque presenta algunas licencias dramáticas, es bastante sólido. Aborda temas como la crisis existencial, el miedo a la responsabilidad, y la búsqueda de un sentido a la vida. El cambio en la perspectiva de cada uno de los protagonistas es lo que realmente sustenta la película. Peter, que se ve obligado a madurar, Michael, que encuentra un propósito en cuidar al niño, y Jack, que reinterpreta su propia vida a través de la paternidad. La película no intenta ofrecer respuestas fáciles, sino que plantea preguntas sobre el amor, la familia y la identidad. La historia no se centra en el bebé en sí, sino en cómo la llegada de este niño transforma las vidas de los hombres y los obliga a cuestionar sus prioridades. Aunque a veces la comedia se siente un poco forzada, el núcleo emocional de la película es fuerte y conmovedor, demostrando que la paternidad puede ser una experiencia a la vez divertida y transformadora.

Nota: 7.5/10