Tres idénticos desconocidos (2018)

“Tres Idénticos Desconocidos” es una película que se ancla en la atmósfera nostálgica y melancólica de los años 80, pero que, a pesar de ello, logra trascender la simple ambientación para ofrecer una experiencia cinematográfica intrigante y perturbadora. La trama, inicialmente sencilla –tres hermanos idénticos separados al nacer y que se reencuentran por casualidad en Nueva York – se transforma en una compleja reflexión sobre la identidad, la genética y el impacto de los secretos ocultos.

La dirección de los hermanos Ephraim y Joshua Oppenheimer (conocidos por su trabajo en “The Act of Killing” y “The Burden of Truth”) es, sin duda, uno de los pilares fundamentales de la película. Su enfoque es preciso, medido y, sobre todo, sutil. Evitan los clichés del thriller y se centran en el desarrollo de las relaciones entre los tres hermanos, el impacto de su reencuentro y la creciente paranoia que surge a medida que se descubren los secretos de su pasado. La película no busca soluciones fáciles ni respuestas definitivas; en cambio, se erige como un espejo que refleja las incertidumbres y las contradicciones inherentes a la condición humana. El estilo visual, con sus largos planos secuencia y su uso de la luz natural, contribuye a crear una atmósfera de suspensión y de inquietud constante.

Las actuaciones son excepcionales. Jason Clarke, Bill Irwin, y John Douglas Whyte le dan vida a los tres hermanos de forma magistral, transmitiendo con convicción las emociones, los miedos y las dudas que experimentan. No se trata de interpretaciones grandilocuentes, sino de actuaciones sutiles y contenidas que logran conectar al espectador con sus personajes. La química entre los tres actores es palpable y es un elemento crucial para que la película funcione tan bien. Irwin, en particular, se destaca por su papel como el "Padre", un personaje ambiguo y complejo que representa la figura paterna que los tres hermanos no conocen. Su interpretación es tanto conmovedora como inquietante.

El guion, adaptado de una novela de Jay Crisp, es el elemento más desafiante de la película. La trama se desarrolla a un ritmo pausado, lo que puede resultar frustrante para algunos espectadores acostumbrados a narrativas más dinámicas. Sin embargo, este ritmo lento permite a la película profundizar en la psicología de los personajes y en las implicaciones de su secreto. La película plantea preguntas incómodas sobre la ética de la investigación científica, el derecho a la identidad y las consecuencias de jugar con la naturaleza humana. La idea de un experimento genético a gran escala, realizado en secreto por el gobierno, se presenta de manera inquietante y se explora a través de las reacciones de los hermanos y las consecuencias que el descubrimiento genera en su vida. Es una película que te hace cuestionarte lo que significa ser quien eres.

Nota:** 8/10