“Trishna” es una película que, a pesar de su belleza visual innegable, deja un sabor agridulce. Dirigida por Luca Guadagnino, la película se sitúa en la árida y monumental Rajasthan, India, y nos presenta la historia de Trishna (Freda Pinto), una joven de una aldea de pescadores que se encuentra atrapada entre dos mundos cuando conoce a Jay Singh (Riz Ahmed), un empresario británico que visita la región en busca de un hotel. La película explora con sensibilidad – y a veces con demasiada lentitud – las tensiones entre la tradición ancestral y la modernidad, entre el amor y la obligación.
Guadagnino construye una atmósfera densa y opresiva, aprovechando al máximo el paisaje indio, vasto y desolado. Las imágenes son exquisitas, con una paleta de colores cálidos y una fotografía que captura la luz y el calor de la región. Sin embargo, esta belleza visual a menudo se siente un tanto fría, como si la película intentara ahogar las emociones en una capa de sofisticación estética. La dirección de arte es impresionante, pero la película, en ocasiones, se permite descuidar la profundidad emocional del personaje central, lo que puede resultar frustrante para el espectador. Es un problema recurrente, y no es para menos, considerando la delicadeza del tema que aborda.
La actuación de Freda Pinto es, sin duda, el punto fuerte de la película. Pinto transmite con una intensidad palpable la vulnerabilidad y la confusión de Trishna, una joven que se ve desbordada por la llegada de Jay y el choque de culturas. Su mirada es suficiente para expresar un universo de emociones: la inocencia, la curiosidad, el amor incondicional y, finalmente, la desesperación. Riz Ahmed, por su parte, ofrece una interpretación controlada y estoica, evitando caer en clichés románticos. Su personaje es complejo, pero a veces, demasiado reservado, lo que dificulta la conexión emocional con él. La relación entre los dos personajes no es un torbellino de pasión, sino una lenta construcción de entendimiento, y es en ese proceso donde reside la mayor fuerza de la película.
El guion, aunque visualmente rico, carece de una agudeza narrativa que le permita profundizar en los dilemas morales de Trishna. Se establecen elementos interesantes, como la lucha entre la tradición y el progreso, el impacto del turismo en las comunidades locales y las consecuencias de la desigualdad social, pero la película no se atreve a explorar estos temas con la profundidad que merecen. Los diálogos, en general, son lentos y a veces redundantes, contribuyendo a la sensación de que la película se arrastra sin alcanzar un clímax satisfactorio. Es una lástima, dado el potencial que tiene la historia para provocar una reflexión profunda sobre la condición humana.
“Trishna” es una película hermosa, pero imperfecta. Es una experiencia visualmente impactante, con una actuación destacada de Freda Pinto, pero su ritmo pausado y su guion ligero impiden que se convierta en una obra maestra. Es una película que invita a la contemplación, pero que también puede dejar un sentimiento de insatisfacción. Nota: 6/10