“Tulip Fever” es una película que, a primera vista, podría parecer un melodrama victoriano resurgido del polvo del cine clásico. Sin embargo, detrás de la estética barroca, las opulentas escenas y la banda sonora orquestal se esconde una historia de amor, ambición y un sutil comentario social sobre el capitalismo incipiente en la Holanda del siglo XVII. La película, dirigida por Justin James, logra, con un cuidado considerable, construir un ambiente visualmente atractivo y narrativamente complejo, aunque no exento de algunos tropiezos.
La película se centra en la relación entre Bart (Jake Gyllenhaal) y Delphine (Margot Robbie), dos individuos separados por una circunstancia que, en principio, los hace incompatibles. Bart, un artista en busca de reconocimiento, se ve contratado por un rico mercader para pintar un retrato de su esposa. La llegada de Delphine, una joven recién casada y de gran belleza, a su vida a través de ese retrato, desencadena una serie de eventos que van más allá del simple encargo. El guion, escrito por James y S. Craig Zahler, explora la obsesión, la duda y la manipulación psicológica con una sutileza admirable. No se reduce a un romance puro y llano, sino que se adentra en las motivaciones ocultas de los personajes y en las consecuencias de sus decisiones.
Las actuaciones son, en general, sobresalientes. Gyllenhaal, conocido por su versatilidad, ofrece una interpretación convincente como un hombre consumido por la ambición y por el deseo. Su Bart es vulnerable, inteligente y, a veces, increíblemente irracional. Sin embargo, es Margot Robbie la que realmente roba la escena. Su Delphine es un personaje multifacético, fuerte y decidida, a pesar de las circunstancias adversas. La química entre Gyllenhaal y Robbie es palpable y fundamental para el éxito emocional de la película. Otros actores secundarios, como Jack Lowden y Alicia Vikander, aportan matices y credibilidad al cuadro social que se presenta.
Si bien la película se beneficia de una dirección cuidadosa en la recreación de la época y de un diseño de producción impecable, que transporta al espectador a los mercados de tulipanes y a las casas burguesas holandesas, hay algunos momentos en los que la narrativa se siente algo forzada y el ritmo se ralentiza excesivamente. La película se toma su tiempo para desarrollar las complejidades de las motivaciones de los personajes, lo que puede resultar en una experiencia a veces contemplativa y, en ocasiones, tediosa. El tema de los tulipanes, aunque central, podría haber sido explorado con mayor profundidad, no reduciéndose a un mero telón de fondo para el romance.
En definitiva, “Tulip Fever” es un drama visualmente atractivo y con actuaciones sólidas. A pesar de sus fallos, la película consigue despertar la reflexión sobre el amor, la ambición y el valor de las cosas, tanto materiales como emocionales. Es una película que, si bien no es un hito en el género, sí merece ser vista por aquellos que aprecien la estética barroca y las historias de personajes complejos.
Nota: 7/10