“Turbulencia: Abróchense los cinturones” (Turbulence: Turn the Clock) es una propuesta cinematográfica que, en lugar de ofrecer una experiencia de entretenimiento redonda, se erige como un ejercicio de tensión claustrofóbica y, en ocasiones, absurdamente violenta. La película, bajo la dirección de Bart Brennan, no busca la originalidad, sino la pura adrenalina, y en ese cometido, consigue un impacto considerable, aunque con un costo que se siente a lo largo de sus casi noventa minutos.
La premisa, centrada en la transferencia de un peligroso criminal –Ryan Weaver interpretado con la intensidad habitual de Ray Liotta, quien no pierde la oportunidad de darlo todo a la pantalla– desde Nueva York a Los Ángeles, es cuanto menos interesante. El traslado forzado a bordo de un avión comercial durante la Navidad es un escenario perfecto para generar drama, y el director sabe aprovechar al máximo el espacio confinado y la creciente sensación de peligro que envuelve a los personajes. Sin embargo, la ejecución de esta idea se siente a veces apresurada y carente de matices. La trama, en su esencia, es bastante predecible, y se basa en un desarrollo de los acontecimientos que, si bien mantiene al espectador alerta, no ofrece sorpresas realmente impactantes.
La película se destaca, sin duda, por el contraste entre las actuaciones de Ray Liotta y Brendan Gleeson. Ambos aportan una presencia física y emocional que compensa en parte las debilidades del guion. La interpretación de Liotta, a pesar de ser un papel que, en última instancia, se reduce a un personaje de acción y venganza, es convincente y llena de carisma. La química entre Liotta y Gleeson, un actor enormemente versátil, es especialmente notable, y la tensión que se genera entre ellos durante el vuelo es palpable. La interpretación de Gleeson, en particular, es sutil y compleja, mostrando un personaje que, a pesar de sus actos violentos, revela una vulnerabilidad y un sentido de la justicia que lo humanizan.
Brennan, al parecer influenciado por “El Túnel” de Barbra Streisand, se concentra en la creación de una atmósfera opresiva y delgada, donde la claustrofobia y la vulnerabilidad son constantes. El uso del sonido es particularmente efectivo, creando una sensación de inminente colapso que aumenta el nivel de tensión. No obstante, la violencia, aunque estilizada y a menudo exagerada, alcanza un punto en el que se vuelve un tanto repetitiva y pierde parte de su impacto emocional. Hay un riesgo de que el espectador se deshumanice ante la constante sucesión de escenas de altercamiento.
En definitiva, “Turbulencia: Abróchense los cinturones” es una película entretenida pero imperfecta. Es un thriller de acción que, a pesar de sus fallos narrativos, consigue mantener el interés gracias a las actuaciones sólidas de su reparto y la dirección efectiva de Bart Brennan. No se trata de una obra maestra del género, pero sí de una experiencia cinematográfica que, sin duda, recordaremos por su intensidad y sus momentos más impactantes.
Nota: 6.5/10