Two Ninas (2000)

“Two Ninas” es una película que se desliza por la piel como una brisa primaveral, generando una sensación de desconcertante belleza y, a la vez, una ligera desorientación. Dirigida por Robert Altman, conocido por su estilo narrativo fragmentado y su retrato de la vida americana en todos sus matices, esta obra no pretende ofrecer respuestas fáciles, sino más bien capturar la esencia del deseo, el arrepentimiento y el complicado baile entre la necesidad de conexión y el temor a la vulnerabilidad.

La película se centra en Marty Sachs, interpretado con una calma contemplativa por Ron Livingston, un hombre que ha pasado años vagando por la soledad tras una larga abstinencia. Su regreso al negocio familiar en Maine no es una búsqueda de redención, sino una forma de evadir un vacío interior que se hace palpable en cada escena. Altman construye la atmósfera de Maine con maestría, utilizando la vastedad del paisaje y el ambiente rural para reflejar el aislamiento emocional de Marty. La película no busca la grandilocuencia, sino que se deleita en los detalles: las conversaciones torcidas, las miradas significativas, los momentos de silencio que pesan más que cualquier diálogo.

Las dos Ninas, interpretadas por Amanda Peet y Cara Buono, son los catalizadores de este proceso de transformación. Amanda Peet, en particular, ofrece una interpretación magistral como Nina Cohen, una mujer de espíritu libre y con una historia de amor turbulenta. Su química con Livingston es palpable, no se trata de un romance convencional, sino de una atracción que nace de la comprensión mutua y la aceptación de sus propias imperfecciones. La dinámica entre ambas Ninas es el núcleo de la película, una exploración delicada de las diferentes formas de amar y de enfrentar el dolor.

Sin embargo, “Two Ninas” no está exenta de defectos. El estilo narrativo de Altman, aunque inconfundible y a menudo fascinante, puede resultar a veces disperso y dificultar la conexión con la trama principal. La película se pierde en una serie de episodios y conversaciones que, si bien ofrecen una visión profunda de las vidas de los personajes, también pueden resultar aburridos para algunos espectadores. El ritmo, por lo tanto, es deliberadamente lento, buscando la inmersión en la psique de los protagonistas.

A pesar de estas debilidades, la película posee una gran riqueza emocional y un tratamiento original del tema del amor y el regreso a las raíces. La fotografía de Caleb Deschanel, con sus tonalidades suaves y sus encuadres que capturan la belleza melancólica de Maine, contribuye a crear una atmósfera única. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada, amplifica las emociones de cada escena. En definitiva, “Two Ninas” es una película que exige paciencia y apertura al espectador, pero que recompensa la inversión con una experiencia cinematográfica profundamente resonante.

Nota: 7/10