“U-Boot” (2018) no es una película que te explote la cara con efectos especiales o persecuciones adrenalinicas. Es un drama claustrofóbico y, sobre todo, una reflexión profunda sobre la naturaleza humana, la supervivencia y la fragilidad de la moralidad en tiempos de guerra. La dirección de Thomas Arslan es, en mi opinión, magistral. Evita caer en clichés bélicos y se centra en la tensión psicológica que se genera en el interior del U-Boot, utilizando la fotografía de Christoph Schwarz para crear una atmósfera densa y opresiva. Los espacios son pequeños, oscuros, y la iluminación, a menudo minimalista, acentúa la sensación de encierro y desesperación.
El guion, adaptado de la novela homónima de Lothar-Günther Buchheim, es una de las mayores fortalezas de la película. No se limita a contar una historia de supervivencia; explora la evolución de las relaciones entre los personajes, la pérdida de la identidad y el cuestionamiento de los valores en medio de una crisis existencial. La premisa de una plaga que azota a la tripulación alemana es, en sí misma, intrigante, pero el verdadero interés reside en cómo se desarrolla esa situación y cómo afecta a cada uno de los personajes. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea interrogantes sobre la responsabilidad, el sacrificio y la capacidad de los hombres para mantener su humanidad en la adversidad. Se aparta de los estereotipos del género bélico, mostrando no solo la brutalidad de la guerra, sino también la vulnerabilidad y la empatía de aquellos que la viven. El guion evita el melodrama excesivo, permitiendo que la tensión y el drama surjan de la interacción natural de los personajes y de sus decisiones.
Las actuaciones son sobresalientes. Til Schweitzer, como el Capitán Hoffman, ofrece una interpretación matizada y compleja. No es un villano caricaturesco, sino un hombre con sus propias convicciones, sus dudas y sus demonios. La dinámica entre el Capitán y sus subordinados, especialmente el joven y obstinado segundo al mando, el Teniente Richter (Jonas Klauer), es el corazón de la película. La película se beneficia enormemente de la naturalidad con la que se retratan los diálogos, evitando la grandilocuencia y permitiendo que la verdadera personalidad de los personajes brille. Los actores, en general, logran transmitir la angustia, el miedo y la desesperación de su situación con una honestidad palpable, lo que contribuye a la inmersión del espectador en la historia. El resto de la tripulación también está muy bien interpretado, cada uno aportando una faceta diferente de la lucha por la supervivencia.
Aunque el ritmo pueda resultar lento para algunos, es precisamente esa deliberada lentitud lo que permite que la tensión se acumule y que el espectador se sienta realmente involucrado en la historia. "U-Boot" no es una película fácil de ver, pero es una película que te hace reflexionar y que te deja con un sabor amargo. Es una obra que demuestra que el cine, a veces, es más poderoso cuando se atreve a mostrar la complejidad de la condición humana, sin simplificarla ni idealizarla.
Nota: 8/10