Última llamada (2003)

“Última Llamada” (Die letzte Ansage, en su título original) no es, precisamente, una propuesta revolucionaria del thriller moderno, pero posee un encanto particular que lo diferencia de la mayoría de las producciones del género. La premisa, aunque un tanto rebuscada al principio, resulta ser el catalizador perfecto para un estudio profundo del aislamiento, la soledad y la fragilidad de la condición humana. La historia nos presenta a Jack, interpretado con una vulnerabilidad convincente por Ben Whishaw, un publicista de Nueva York que se ve atrapado en una cabina telefónica, amenazado por un desconocido que lo obligará a permanecer en línea hasta que reciba una llamada que le confirme su vida. Lo que parece, al principio, una situación de acción pura y dura, evoluciona rápidamente en un descenso psicológico inquietante y, en su mayor parte, efectivo.

La dirección de Christian Petzold es precisa y sutil. Petzold evita los clichés del género, optando por una atmósfera claustrofóbica y contemplativa que se construye a través de la fotografía, el uso del sonido y la puesta en escena. La cabina telefónica, ese espacio diminuto y casi olvidado en la urbe moderna, se convierte en el escenario principal de la película, y la cámara, a menudo enfocada en el rostro de Whishaw, transmite con maestría su creciente desesperación y temor. La banda sonora, minimalista pero potente, amplifica el sentimiento de vulnerabilidad y amenaza. No se busca el espectador impresionar con secuencias de acción exageradas, sino más bien, sumergirlo en la mente de un hombre solo, aislado y sin recursos.

Ben Whishaw ofrece una actuación magistral. Su interpretación de Jack es especialmente destacada. Lo que podría haber sido un papel estereotipado, se transforma en una exploración profunda de la ansiedad y el trauma. Whishaw transmite con una sutileza asombrosa las complejidades emocionales de Jack, sin recurrir a histrionismo. Su mirada, llena de incertidumbre y miedo, es lo que define al personaje. La ausencia de diálogo constante, a menudo interrumpido por el sonido de las llamadas telefónicas, obliga al espectador a leer entre líneas, a interpretar las emociones de Jack a través de sus gestos y expresiones. Acompañado por la interpretacion contenida de la actriz Julia Saner, como la enigmática mujer que le llama, se consigue una dinámica de tensión palpable, que se ve interrumpida, sin embargo, por el ritmo pausado de la película.

El guion, escrito por Christian Petzold y Fred Berger, es una de las mayores fortalezas de la película. Si bien la premisa inicial puede parecer un poco forzada, el desarrollo de la trama es gradual y cuidadosamente construido. La película no ofrece explicaciones fáciles, dejando al espectador con más preguntas que respuestas, y esta ambigüedad es intencionada. La película se adentra en la exploración de la memoria y el pasado de Jack, revelando gradualmente elementos que dan sentido a su presente. La trama, en definitiva, es más un vehículo para explorar temas como la soledad, el luto y la incapacidad de conectar con los demás, que una simple narración de suspense. No es una película que te dará respuestas rápidas; exige paciencia y una disposición a participar activamente en la construcción del significado.

Nota: 7.5/10