Última sospecha (2001)

“Última Sospecha” es un thriller psicológico que, a primera vista, podría parecer un mero ejercicio de suspense familiar. Sin embargo, bajo la superficie de una mansión de Malibú y una familia aparentemente idílica, se esconde una narrativa tensa y, sobre todo, inquietante. La película de S. Craig Rothwell logra crear un ambiente claustrofóbico y perturbador, alimentado en gran medida por la dirección efectiva de Michael Lavelle, quien suprime constantemente la cámara, deliberadamente elevando la sensación de peligro inminente y la desconfianza. Lavelle no recurre a sustos fáciles; el horror reside en el sutil desplazamiento de la norma, en las miradas huidizas y en los silencios cargados de significado.

El guion, adaptado de la novela homónima de Simone Larsen, se apoya en la relación entre Ruby (Madeleine Petrocelli) y Rhett (Jack Campos). Su duelo por la pérdida de sus padres, un accidente de tráfico que, desde el principio, parece demasiado conveniente, los obliga a confrontar no solo su dolor, sino también la manipulación implícita de los Glass, interpretados magistralmente por Kristen Boonen y Kevin Corrigan. La química entre Petrocelli y Campos es fundamental para el éxito de la película. Ambos actores logran transmitir con convicción la incredulidad, la frustración y, progresivamente, el miedo de sus personajes. El guion, a veces, se complica con ciertos giros argumentales que, si bien mantienen la tensión, podrían haber sido más concisos, pero en general, mantiene una narrativa fluida que atrae al espectador. La película se aferra a la desconfianza y a la incertidumbre, construyendo la tensión de manera gradual pero constante. El ritmo, al principio, parece pausado, casi contemplativo, pero a medida que avanza la investigación de Ruby, la intensidad se eleva considerablemente.

La película no se centra únicamente en la intriga y el misterio. Explora temas como la fragilidad de las relaciones familiares, la manipulación psicológica y el impacto devastador de la pérdida. El uso del color, especialmente el azul intenso que domina la mansión, contribuye a la atmósfera opresiva y a la sensación de que algo está fundamentalmente mal. La banda sonora, minimalista pero efectiva, añade otra capa de tensión y suspense. Aunque algunas de las interpretaciones secundarias son un poco planos, la actuación de Kristen Boonen como la tutora manipuladora es particularmente notable. La película no ofrece respuestas fáciles ni desenlaces espectaculares. Se termina con una nota agridulce, dejando al espectador con la sensación de que la verdad, tal como la conocemos, es solo una de las muchas posibles. “Última Sospecha” es un thriller psicológico inteligente y atmosférico que sabe generar suspense sin recurrir a clichés del género.

Nota: 7/10