Últimas consecuencias (1997)

“Últimas consecuencias” (Last Looks) es una película que, a pesar de su premisa atractiva, no logra alcanzar el potencial que sugiere su configuración inicial. Dirigida por Michael Winterbottom, la película se sumerge en el mundo sombrío de la criminalidad organizada en Detroit, siguiendo la historia de Raymond Lembecke, un hombre que ha pasado la mayor parte de su vida bajo la sombra de Tony Vago, un capo de la mafia. La narrativa se centra en su búsqueda de venganza y en el intento de recuperar lo que él cree que le debe su exjefe.

La dirección de Winterbottom, como suele ser su costumbre, se caracteriza por su estilo documental, casi observacional. No nos presenta un melodrama convencional, sino más bien una aproximación cruda y realista a la vida de un hombre que regresa a la sociedad después de un largo período de encarcelamiento. El uso de la cámara en mano y las tomas improvisadas contribuyen a esa atmósfera visceral, aunque a veces puede resultar un poco cansina, especialmente para quien no esté acostumbrado a este estilo narrativo. Winterbottom se centra en los pequeños detalles, en la angustia silenciosa de Lembecke, en su desconfianza palpable y en la dificultad de reinsertarse en un mundo que le ha despreciado. Es un enfoque que, en mi opinión, se podría haber afinado para evitar que la tensión se volviera excesiva y predecible.

La actuación de Ray Liotta como Raymond Lembecke es, sin duda, el punto fuerte de la película. Liotta ofrece una interpretación magistralmente sutil, transmitiendo la desesperación, el resentimiento y la ambición de un hombre que lucha por encontrar un propósito en su vida. Su mirada, cargada de cansancio y dolor, es el eje central de la narrativa. La química entre Liotta y la joven Chloe Grace Moretz, que interpreta a la hija de Lembecke, es también notable, aportando un contrapunto emocional a la historia. Sin embargo, a veces la actuación de Moretz podría haber tenido mayor profundidad.

El guion, escrito por Winterbottom y Frank Krabbendam, presenta un dilema interesante: la ambigüedad moral de Lembecke. El espectador se encuentra constantemente preguntándose si es un héroe redimido o un mero estafador ambicioso. No hay respuestas fáciles. La película no intenta justificar sus acciones, pero tampoco lo demoniza por completo. Sin embargo, el ritmo narrativo se siente a veces irregular. Algunas escenas se alargan innecesariamente, mientras que otras podrían haberse desarrollado con mayor intensidad. Además, la trama se vuelve un poco confusa en los últimos actos, perdiendo parte de su fuerza inicial. El final, en particular, podría haberse manejado de forma más impactante.

En definitiva, “Últimas consecuencias” es una película con potencial, pero que no llega a concretarlo por completo. La dirección, la actuación de Ray Liotta y la exploración de la ambigüedad moral son elementos positivos que la hacen merecedora de ser vista, aunque con la expectativa de que no sea una obra maestra.

Nota: 6/10