Un abril encantado (1991)

“Un abril encantado” no es una película que te deje boquiabierto desde el primer minuto, pero sí una que te envuelve con una atmósfera de melancolía y esperanza que se aferra a la piel. Es un relato de reinicio, de búsqueda del propio ser tras un matrimonio estancado y una vida que ha perdido color. La película, dirigida por Nicholas Hytner, se centra en Lottie Wilkins, interpretada con una sensibilidad magnética por Kate Winslet, una mujer que ha perdido el brillo y ha aceptado la rutina con una resignación silenciosa. Su vida se reduce a las quejas de su marido, un contraste brutal con el anuncio de un alquiler de un castillo italiano, un oasis que se presenta como una oportunidad para redescubrirse.

El guion, aunque no es particularmente audaz o innovador en su estructura narrativa, funciona con solidez gracias a la cuidadosa construcción del personaje de Lottie. No se trata de una heroína que lucha contra la adversidad con gestos grandilocuentes, sino de una mujer que se enfrenta a sus miedos y a su propio aburrimiento con una honestidad que conecta profundamente con el espectador. La película evoca la sensación de un despertar lento, un proceso gradual de redescubrimiento que se disfruta a través de pequeñas conversaciones, encuentros fortuitos y momentos de belleza inesperados. La escritura evita caer en clichés sentimentales y se centra en la humanidad de los personajes y en las complejidades de sus relaciones.

La dirección de Hytner es sutil y precisa. No busca la espectacularidad, sino la atmósfera. La película juega con la luz y la sombra, con el paisaje italiano, que se presenta como un telón de fondo idílico pero también como un lugar de encuentro y transformación. La fotografía es exquisita, resaltando la belleza de la Toscana y la tranquilidad de los rincones donde Lottie se aventura. Sin embargo, el ritmo puede sentirse un poco pausado para algunos espectadores acostumbrados a narrativas más aceleradas. La película invita a la reflexión, pero también exige paciencia y una disposición a dejarse llevar por el flujo de la historia. Las secuencias de diálogo son particularmente bien construidas, y permiten que los personajes revelen sus motivaciones y sus miedos sin recurrir a explicaciones exhaustivas.

Las actuaciones son sobresalientes. Kate Winslet ofrece una interpretación desarmante, transmitiendo con maestría la melancolía, la vulnerabilidad y la creciente vitalidad de Lottie. Pero también merece reconocimiento a la compañía de actores secundarios, especialmente a James Fleet como el marido de Lottie, quien aporta una dignidad y una tristeza al personaje que lo convierten en más que un simple antagonista. La química entre Winslet y Fleet es palpable, y sus interacciones son el corazón emocional de la película. La película consigue, en definitiva, crear una historia sobre el amor, la pérdida, la esperanza y la importancia de arriesgarse a la vida, con un tono que oscila entre la comedia y la drama romántico.

Nota: 7/10