Un actor malo (2024)

“Un Actor Malo” es una película que, a primera vista, podría parecer un drama íntimo y centrado en las tensiones creativas de dos actores en la cúspide de su carrera. Sin embargo, la dirección de Miguel Ángel Sánchez no se limita a la mera convivencia de Sandra Navarro y Daniel Zavala. En cambio, logra construir una atmósfera de creciente paranoia y desconfianza que resulta inquietantemente convincente. Sánchez evita la sentimentalidad fácil, optando por una narración sutil pero aterradora que se desarrolla a medida que la película avanza. Su elección de planos, a menudo cortos y enfocados en las expresiones de los actores, intensifica la sensación de incomodidad y anticipación.

La película se beneficia enormemente de las actuaciones sólidas de sus dos protagonistas. Sandra Navarro, en un papel que exige una mezcla de vulnerabilidad y determinación, ofrece una interpretación magistral. Su personaje, en apariencia tranquila y observadora, esconde una profundidad emocional palpable, y su mirada refleja constantemente la creciente desconfianza que la invade. Daniel Zavala, por su parte, equilibra la fragilidad de un actor en declive con la ambición de alcanzar el éxito. Su química con Navarro es, sin duda, el corazón de la película, y las escenas que comparten, a menudo improvisadas, logran una autenticidad que eleva el nivel dramático. No se trata de un romance convencional, sino de una danza de poder y deseo que se entrelaza con la creciente inquietud.

El guion, escrito por Carlos López-Paredes y Daniel Guzmán, es el elemento que realmente impulsa la tensión. Evitando melodramas gratuitos, se centra en la ambigüedad y la incertidumbre. No se revela de inmediato la naturaleza de la amenaza que se cierne sobre los personajes, permitiendo que el espectador se involucre activamente en la construcción de la historia. La película juega con la percepción de la realidad, presentando momentos que podrían interpretarse como producto de la imaginación de uno de los personajes o como evidencia de un peligro real. Esta ambigüedad es deliberada y efectiva, contribuyendo a la sensación de claustrofobia y a la constante sensación de que algo terrible está a punto de suceder. La película aborda temas como la industria del espectáculo, la codicia, la obsesión y la fragilidad de la identidad, presentando una visión oscura y perturbadora del mundo del arte.

No obstante, la película no está exenta de ciertas imperfecciones. El ritmo, en ocasiones, se siente un poco pausado, y algunos momentos podrían haberse aprovechado para profundizar en la psicología de los personajes. Además, la resolución, aunque satisfactoria en el sentido de que explica el origen de la paranoia, podría haberse beneficiado de un mayor desarrollo narrativo. A pesar de estas pequeñas debilidades, “Un Actor Malo” es, en última instancia, una película memorable y perturbadora, que invita a la reflexión y a la discusión. Es una experiencia cinematográfica que permanece en la memoria, generando un escalofrío de inquietud incluso después de que los créditos han terminado.

Nota: 7.5/10