Un asesino algo especial (1997)

“Un asesino algo especial” (Un Killer Special) no es una película que busca redefinir el género del thriller de acción, ni mucho menos. Sin embargo, su peculiar enfoque y la interesante ambigüedad que genera la convierten en una experiencia cinematográfica considerable, si bien no exenta de ciertas fallas. La película se posiciona como una comedia negra, pero con un toque gótico y un ritmo deliberadamente pausado que le confieren una atmósfera bastante particular, casi como si la acción fuera una consecuencia inevitable de la melancolía del protagonista.

La dirección de Christian Caruana es, en general, sólida. Logra establecer un tono adecuado, jugando con la luz y la sombra para acentuar el carácter oscuro de Martin Blank, interpretado con una sutil fragilidad por Jake Gyllenhaal. Su mirada, a menudo perdida en el recuerdo, es la clave para comprender la complejidad del personaje. Gyllenhaal, como siempre, ofrece una actuación contundente, equilibrando la frialdad necesaria para un asesino con la vulnerabilidad de un hombre atormentado por su pasado. La película no se queda en la simple acción, sino que se interesa por explorar las motivaciones de Martin y su incapacidad para escapar de su oficio. La presencia de Bill Skarsgård, en un papel breve pero impactante, como el implacable matón de élite, añade una dimensión de tensión y peligro al relato.

El guion, coescrito por Gyllenhaal y Rian Johnson, demuestra una inteligencia a medio camino entre la comedia y el drama. No se conforma con clichés del género. La trama se desarrolla de forma orgánica, con giros inesperados que desafían las expectativas del espectador. La novela entre Martin y su antiguo amor, Sarah, es un elemento central que añade profundidad emocional a la historia. El diálogo, aunque a veces un poco lento, es inteligente y ofrece reflexiones sobre la moralidad, el arrepentimiento y la búsqueda de redención. Sin embargo, el ritmo pausado a veces se traduce en escenas que podrían haberse recortado sin perjudicar la narrativa principal. La película se permite licencias creativas, como la inclusión de un momento surrealista que, si bien es interesante, se siente un poco fuera de lugar.

En definitiva, “Un asesino algo especial” es una película que recompensa la paciencia del espectador. No es una obra maestra, pero sí una propuesta original y entretenida que ofrece un nuevo enfoque a los thrillers de acción. La dirección, las actuaciones y el guion, aunque con algunas fallas, logran crear una atmósfera intrigante y un personaje principal con el que el público puede empatizar. Es una película que te hace pensar, incluso mientras disfrutas de la acción. Su particularidad reside en la ambigüedad moral que genera y en la capacidad de la película para tejer un complejo retrato de un hombre condenado a llevar a cabo su oficio.

Nota: 7/10